Mi enfoque pedagógico del cooperativismo proviene de su propia esencia: su carácter transformador.
La realidad circundante, teñida de injustas situaciones sobre miles y miles de seres humanos que cotidianamente enfrentan obstáculos para desenvolverse dignamente es un dato indiciario de inexcusable admisión dolorosa.
La filosofía y la ciencia del saber no pueden distraerse en disquisiciones alejadas del contexto y enunciar métodos y principios didácticos para un mundo inexistente, puesto que el mundo real es contradictorio, ya que al lado de la abundancia y el despilfarro convive la miseria y el infortunio.
A los problemas fundamentales que se plantea la filosofía de la enseñanza debe añadírsele sin reservas y con la urgencia que acopia, el problema vital cual es, cómo vincular y articular su influencia para el mejoramiento humano.
Encausar el debate, el estudio y la investigación hacia esas vitales cuestiones es un trabajo intelectual que nos urge abordar, mientras tanto, mientras eso no se lleve a cabo, en nuestras conciencias de maestros comprometidos seremos interpelados con rigor.
La humanidad posee en la actualidad un fenomenal arsenal de conocimientos científicos y técnicos como jamás alcanzó en su largo y traumático transcurrir, y ello debe incitarnos a preguntarnos seriamente si eso es así, ¿cómo es posible entonces tanta desigualdad, tanta asimetría social y económica?, sin dudas algo no está bien. Y la educación como ciencia no puede avalar y menos consolidar esa injusta situación que puede y debe ser modificada.
Albert Einstein,(foto arriba) el científico (1879-1955) nacido en Alemania luego nacionalizado estadounidense, uno de los científicos más conocidos y trascendentes del Siglo XX, gustaba decir “todos los días me repito que lo que sé es producto de la cooperación”
El cooperativismo constituyó un movimiento emergente de las terribles derivaciones del proceso histórico conocido como Revolución industrial engendrado por las maquinas y los galpones que otorgaron al hombre operario un papel de pieza de engranaje y que despojó desde entonces al trabajo su esencia de creación y talento humanos.
En apretada síntesis lo expuesto me induce a afirmar que en la actualidad la educación argentina y latinoamericana se ve interrogada sobre la función filosófica-educativa de su desenvolvimiento en contextos claramente desfavorable al mejoramiento humano y que sea capaz de frenar primero y fortalecer después con carácter crítico y reflexivo los ajustes necesarios. La Pedagogía cooperaria posee los atributos doctrinales, conceptuales, metodológicos y el criterio de la producción del conocimiento de manera teórica y práctica, capaces de contribuir a generar la construcción del Hombre Cooperario, hombre hacedor del camino humanizante.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!