EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
La Ley de Dependencia está corriendo distinta suerte un año después de haber sido aprobada. Hay quien la está aplicando y hay quien no. Esto último está ocurriendo en las comunidades autónomas donde gobierna el Partido Popular y más concretamente en las de Madrid y Valencia donde la resistencia a ponerla en funcionamiento es más que evidente. Pero no se trata aquí de criticar la negativa a apoyar una ley estatal, de lo que se trata es de que o se pone está ley en marcha respetando desde el primer artículo hasta el último, o el problema para las personas discapacitadas y las mayores en situación de dependencia que hoy no están siendo atendidas, va a ser de unas consecuencias tales que muchas de estas personas pueden pasar, hasta su fallecimiento, por situaciones verdaderamente espantosas.
Pero no es solo a las personas que por su edad o por su discapacidad a las que va a afectar, no, a medida que la población vaya envejeciendo el problema se agravará cada día más. Esto ya está sucediendo. Miles y miles de personas que en el futuro no puedan valerse por si mismas se van a ver en tal situación de desamparo que les va a llevar a pasar los últimos años de su vida en un verdadero infierno, sin nadie que les atienda y condenadas a morir en la más aterradora soledad.
Han pasado los tiempos en que en cada familia siempre había unos hijos, en particular las mujeres que por estar todo el día en casa tenían como tarea “extra”, por si las tareas domésticas no eran suficientes, el atender a los familiares discapacitados o a los padres ya mayores y en situación de dependencia. Pero eso se ha acabado, se ha terminado por dos motivos: porque, afortunadamente para ellas, las mujeres ya trabajan fuera de casa y por las hipotecas. Esto último es un factor determinante para imposibilitar el que los hijos puedan atender a sus padres y no es por que no quieran sino por el hecho de que con esas hipotecas de amortización a muy largo plazo provoca el que la pareja tenga que trabajar de forma obligatoria hasta que se conviertan en sexagenarios, y no es broma, por tanto mal pueden sacar tiempo para atender a sus mayores, máxime cuando está ocurriendo todo lo contrario, que esas personas mayores, ya sexagenarias y septuagenarias, están ayudándoles a criar a sus hijos por que la joven pareja, por motivo de su trabajo y condicionada por su hipoteca, no les puede dedicar a sus hijos todo el tiempo que sería necesario para atenderles y cuidarles adecuadamente y son los abuelos los que tienen que asumir esa tarea.
Hay gobernantes sectarios, caso de Camps y de Aguirre, que al parecer no se han dado cuenta de que es indispensable la atención a personas mayores y a las discapacitadas. Esto es una bomba de relojería que les puede estallar en las manos a corto y medio plazo. Pero claro, a ellos ese futuro no les asusta, ellos se podrán retirar con una buena pensión para poder sufragar su estancia en una residencia para mayores. Es muy difícil que el pudiente pueda ver y asumir los problemas de los menos favorecidos.