EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
No descubro nada nuevo cuando digo que el Partido Popular cada vez que toca a promulgar leyes o medidas fiscales lo hace con la clara intención de favorecer a los más pudientes. Cierto es que en ocasiones beneficia a los menos pudientes, pero creo que todos sabemos la diferencia que existe entre el beneficio fiscal que obtiene un ciudadano pudiente y el menos, o nada, pudiente.
Ahora el Consell de la Generalitat Valenciana ha sacado adelante la Ley de Régimen Económico Matrimonial Valenciano, mediante la cual todos los matrimonios que se celebran a partir de ya se regirán por separación de bienes. Según el conseller de Gobernación, Serafín Castellanos, las personas que se casen a partir de hoy deben saber que si no especifican lo contrario, lo harán con separación de bienes, manteniendo así cada uno de los cónyuges sus posesiones y sus ingresos después de la boda.
El portavoz ha aclarado que desde el año 2003 “prácticamente el 75% de los nuevos matrimonios acudían a la notaría tras casarse para acogerse al régimen de separación de bienes” digo, mejor dicho creo, que se referirá al sueldo que cada uno perciba por su trabajo, asegurando que la Ley “está acorde con la voluntad de la sociedad”. La verdad, debo confesar mi ignorancia y mi desconocimiento de la realidad económica de la gente de la comunidad autónoma donde habito y por ello decir que no sabía yo que en mi comunidad el 75% de las parejas jóvenes disfrutaban de unos bienes materiales individuales que les llevaban a tomar la decisión de separar sus bienes, yo siempre había creído que las parejas jóvenes que contraían matrimonio, más del 75% de ellas, el único bien material, si a eso se le pueda llamar bien, que tenían era la ya clásica y compartida hipoteca a más de veinticinco años, pero no, por lo que dice el conseller de Gobernación nuestros jóvenes nadan en la abundancia, a no ser que las posesiones de la pareja y que aportan cuando dejan la casa materna y se van a su pisito, se concreten en un libro de fotos de cuando eran niños, por aquello del recuerdo y que todos los recién casados suelen llevarse consigo, junto con la PlayStation y el ordenador, eso en el caso de que su economía, o la de sus padres, se pudieran permitir haberles comprado estos artilugios.
Pero el señor Castellanos, insiste en la bondad de esta ley y asegura que esta ley es la primera en establecer recortes de derechos para el miembro de la pareja que haya ejercido violencia contra su cónyuge y medie sentencia firme, ya que se “beneficiará a la víctima del maltrato en cuestiones como la vivienda familiar”. Es decir que la mujer se queda con la casa, pero la hipoteca ¿quién la sigue pagando? Desde luego queda claro que el que se queda fuera no va a pagar un céntimo con lo cual no queda muy claro quien se queda con el bien, en este caso con la vivienda.
Colectivos feministas y de defensa de la mujer consideran que la ley puede perjudicar a muchas mujeres con difícil acceso al mercado laboral y menor nivel económico y cultural. Lo dicho: Otra ley para ricos.