Vivimos en la era del tiempo, o de la falta de tiempo, mejor dicho, en una paradoja insondable, en pleno auge de las telecomunicaciones y los medios de transporte nos enfrentamos a la tremenda escasez de algo tan intangible, pero tan esencial como el tiempo, esa cuarta dimensión que dirime nuestras vidas.
Antaño el tiempo abundaba, sobraba, no se sabía que hacer con él, eran tiempos sin ocio, tiempos dedicado al trabajo y al hogar, hoy la transformación de nuestras formas de producción, pasando de intensivas en mano de obra a intensivas en capital, nos permiten disfrutar de horas y horas de ocio, y aún así nos atrevemos a lamentarnos por nuestra falta de tiempo.
El tiempo es el que es, ahora y siempre, 24 horas al día, si nos atenemos a las convenciones, y es su mayor o menor aprovechamiento lo que determina el condicionante psicológico de su falta o de su abundancia. Las generaciones anteriores no tenían actividades de ocio, les sobraba el tiempo, las actuales naufragan en todo un océano de ocio salado o sin salar, y les falta el tiempo, es la oferta de ocio la que crea la sensación de falta de tiempo.
Con el predominio del sector terciario sobre el sector secundario en nuestra economía, el sector del ocio se ha convertido en protagonista de nuestras vidas, queremos hacer todo lo que está a nuestro alcance, lo cuál es imposible y nos crea la sensación de falta de tiempo, antes, el tiempo se empleaba para trabajar y el que sobraba para el ocio, ahora las tornas han cambiado.
Por tanto, la falta de tiempo que tanto cacareamos a todo el que nos quiera escuchar no es real, sino una creación psicológica de nuestra mente en función de la transformación que ha sufrido nuestras sociedades occidentalizadas y, supuestamente, desarrolladas.
Si aprendiéramos a concentrar nuestros esfuerzos de ocio en esfuerzos de trabajo y limitarnos a disfrutar con las cosas sencillas de la vida, en lugar de aparentar con las más en boga, la vida nos sonreiría y el tiempo nos sobraría, pero, entonces habría que cambiar el modelo productivo de todas las economías del mundo.