EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Tengo que decir y además muy claro, que con todo este debate que se ha desatado por el tema de “el uso del preservativo según Benedicto XVI” me ha entrado un cierto sonrojo y la duda de que no sé en qué país estoy viviendo, si en uno del mundo moderno o en un país tercermundista.
Que a estas alturas del siglo XXI y pasando por lo que ha pasado España para intentar llegar a ponerse a la altura de las países más avanzados, estemos aquí polemizando sobre cuándo se debe utilizar el condón, y no es eso lo más malo, lo peor de todo es que cuando en la inmensa mayoría de los países desarrollados esto del uso del condón, cómo y cuándo debe ser usado, ha sido más que superado, aquí en España, aún estamos, por lo que se está viendo, pendientes de lo que diga el Papa y la Iglesia que regenta, lo que pone de manifiesto que estamos aún a años luz de poder alinearnos junto a los países socialmente más avanzados. Evidentemente, todo esto conduce también a que las personas nunca tengan plena libertad para desarrollarse y formarse dentro de lo ético y lo moral y para ello no es imprescindible la intervención de la Iglesia Católica que por lo que se va destapando no es la más idónea para tratar estas cuestiones en lo que a formación del individuo se refiere.
Está claro que el Gobierno de Zapatero, ha cometido un grave error, creo que por demostrar su buena voluntad con aquellos que nunca se lo van a agradecer, el Papa y los obispos, no sacando adelante la Ley de Libertad Religiosa y aparcándola. Esa Ley es muy necesaria para que en España se acabe con lo preponderancia de la Iglesia Católica y que sea una más y además financiada por sus creyentes, cuando esto ocurra este país despegará socialmente de forma definitiva, mientras tanto estaremos al dictado de aquellos que sistemáticamente y durante siglos han impedido que se pueda vivir sin tabúes, sin miedos, y que a estas alturas aún estemos pensando con el cielo y con el infierno. Esto solo ocurre en aquellos lugares donde la ignorancia campa a sus anchas fomentada por aquellos que dicen salvar las almas de los demás, cuando lo que realmente están haciendo es hundirles, cada vez más, en el oscurantismo.
Yo creo que ya es hora de que se ponga a cada cual en su sitio y que nos gobiernen y dirijan, social y económicamente, aquellos que son elegidos por los ciudadanos y no por aquellos que se erigen en representantes de Dios creyendo que ello les faculta para dirigir el mundo. Ya está bien.