O historia interminable, que de las dos formas se puede y se debe de decir, pero me quedo con la primera, la del título, para variar, para no caer en el tópico, un tópico que ya cansa por repetitivo, valga la redundancia, tanto como el tema de las descargas ilegales, de música, de cine, de juegos y de libros, descargas por doquier sin que nadie quiera poner freno, más allá del mantenimiento del status quo.
Ya va siendo hora de que alguien aporte algo de luz al tema y haga entender a todos los productores audiovisuales, creadores de videojuegos y editores literarios que no se puede querer defender un modelo productivo y de explotación caduco y que no tiene cabida en el mundo tecnológico del siglo XXI.
Ha llegado el momento en el que hay que adecuar las ventas a la demanda, y el público, demanda, quiere contenidos en su ordenador, oferta, aunque tenga que pagar por ello, precio. Lo que el público no quiere, no demanda, son contenidos en tienda, no oferta, teniendo que pagar por ello, precio desorbitado.
Se trata de algo tan simple como buscar el equilibrio entre oferta y demanda, y aceptar que el modelo productivo ha cambiado porque la demanda así lo ha querido, y que no se puede obligar a un consumidor a comprar un CD, ir al cine, comprarse un videojuego o un libro, cuando lo que quiere es escuchar su canción favorita, ver el último estreno en el sofá de su casa, jugar hasta cansarse o leer un libro en formato digital.
En el momento en el que la industria encuentre un precio justo para el nuevo modelo las descargas ilegales desaparecerán, si no totalmente, sí en un amplio espectro, y todo volverá a la normalidad. La única razón por la que este conflicto se está extendiendo en el tiempo es la ceguera económica de los responsables de la industria de creadores que se empeñan en mantener vivo lo que ya hace mucho tiempo que falleció.
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