“Anciano, jubilado, autosuficiente, ex profesor, aportaría 500 euros al balance de una familia que lo adoptase como abuelo. Sería una ventaja, sobre todo para hijos, nietos y, en especial, estudiantes de instituto”. Á‰ste es el anuncio que Giorgio Angelozzi, un italiano de 79 años, puso hace ya tiempo en Il Corriere della Sera por ver de acabar definitivamente con la soledad en que se encontraba. Su mujer falleció y su hija ejercía o sigue ejerciendo la medicina en los campos de batalla de medio mundo. Se comentó en su día que fueron más cien familias las que se interesaron de inmediato por el referido anuncio, poniéndose en contacto con Giorgio desde todos los rincones de Italia.
Y no me extraña que así sucediera, puesto que a pesar de la tragedia que se desprende del anuncio este abuelo es lo que podríamos denominar un chollo. Viéndolo en aquella fotografía podría decirse que su apariencia es buena, la aportación mensual de los 500 euros mejor aún, y si de camino podía arreglar con garantías de éxito las carencias académicas de los niños, pues ni te cuento. Lo dicho, un verdadero chollo.
Y no es que yo sea un mal pensado. Pero tal y como están las cosas en este jodido mundo, tal y como se encuentra el colectivo de ancianos dentro de nuestra sociedad, uno no puede sino resistirse a creer que algunas de esas familias pensara, al contactar con Giorgio, en aquello de la humanidad, del amor al prójimo, etc. Que me da a mí la impresión de que la mayoría de ellas, si no todas, vieron en el anuncio de Il Corriere una oportunidad de oro haciendo valer lo de “bueno, bonito, barato”. Que aplicado a un ser humano que suplica compañía resulta doblemente trágico.
No obstante, por lo que pude leer, Giorgio Angelozzi parecía feliz, asegurando que visitaría a cada una de estas familias. Pero antes, quiso enviar un mensaje en el que recordaba que la soledad la sufren muchos ancianos y no solamente él, y pedía que nos acordáramos también de ellos…
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