A cada nuevo golpe del capitalismo más exacerbado la sociedad languidecía un poco más y el poder democrático de los pueblos se aletargaba tras la protección ficticia del individualismo más execrable, pero, ahora, por fin, tras cuatro años de crisis económica, y más de veinte sometidos al absolutismo del neoliberalismo económico parece que la rebeldía se ha apoderado del pueblo español, al menos de una parte, y se ha comenzado a mover bajo el lema «Democracia Real Ya».
No estoy defendiendo, no te vayas a creer, todos sus postulados, en parte porque todavía no los he podido analizar con detenimiento (llevo varios días intentando entrar en su web, que debe de estar colapsada), aunque puede que tampoco haya que estar de acuerdo en todo lo que se propone desde este movimiento, porque, en el fondo, hay una idea común que subyace al conjunto de la sociedad, la idea de injusticia social, de que siempre pagamos los mismos, de la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas.
Es de agradecer que existan movimientos de este tipo, pacíficos, alejados de la agresividad de los antisistema (grupo sin ideas, ni argumentos), movimientos que hagan despertar a la sociedad y nos hagan entender que el capitalismo o liberalismo económico es bueno, sí, pero regulado, no en absoluta libertad, porque todos sabemos que la libertad absoluta no es bueno para nada, ni para nadie.
«Democracia Real Ya» ahonda genéricamente en una idea fundamental para todas las sociedades que se precien de tal, que no es otra que recuperar la igualdad en la toma de decisiones, la recuperación de la dualidad una persona-un voto, en contraposición a la dualidad dominante en los últimos años de un euro-un voto, una vuelta a la esencia misma de la democracia, donde eran los ciudadanos, a través de sus representantes, los que tomaban las decisiones, y no estábamos todos en manos de los acreedores internacionales, especuladores cuyo único objetivo vital, respetable, pero deleznable, es la obtención de beneficios.
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