Por primera vez en más de 20 años se vio un hecho sin precedentes en Siria. Varias fotografías del jefe de Hezbollah, Sayyed Hassan Nasrallah fueron incendiadas en el transcurso de las movilizaciones del pasado fin de semana. Los hechos están capturados de un video publicado en YouTube por grupos pro-democráticos sirios.
Durante muchos años, un porcentaje significativo de diplomáticos israelíes y estadounidenses nos dijeron que las cosas empeorarían si el régimen del Baas se desplomaba en Damasco, los argumentos que esgrimían se sustentaban en el interrogante sobre el tipo de régimen que sucedería a presidente Assad y cuál sería el camino que tomaría Siria si se producía la caída del clan alawita. Analistas y expertos, incluidos algunos generales estadounidenses sostenían que un nuevo gobierno estaría dominado por la hermandad musulmana. Personalmente siempre he pensado que a menos que estuvieran mintiendo en salvaguarda de otros intereses, ésta era una posición necia y de supina ignorancia, más teniendo en cuenta lo que el régimen de los Assad ha estado haciendo en la región por los últimos 30 años. ¿Cuánto peor podrían ponerse las cosas sin Bachar al-Assad?
Lo cierto es que la realidad nos muestra por más de un cuarto de siglo a un régimen que fue y es el único aliado árabe del fundamentalismo iraní, que facilitó al régimen de Teherán un puerto en el Mediterráneo, que entregó la frontera con Israel a Hezbollah en el sur de Líbano, que ayudó a Irán a crear y armar hasta los dientes esa organización y que colaboró en la guerra del 2006 contra Israel. Fue el régimen de Assad el que construyó un reactor nuclear con ayuda de un estado criminal como Corea del Norte, y el mismo gobierno sirio permitió el paso de yihadistas a Irak a través de sus fronteras para que estos asesinen soldados estadounidenses. Y como ha quedado claro al mundo desde los últimos 3 meses, el presidente Assad cruzó todas las líneas rojas imaginables en su práctica del terrorismo de estado encarcelando, torturando y asesinando su propio pueblo sin distingo de edad o sexo. Por otra parte, la noción de que la hermandad musulmana gobernaría después de Assad fue sólo eso, una idea, una fallida posición académico-militar nunca basada en pruebas contundentes sobre el nivel de apoyo interno por parte del pueblo sirio a esa agrupación.
Sin embargo, por falta de apreciación, diplomáticos y militares estadounidenses, occidentales e israelíes hicieron de esa concepción errónea una teoría que ha hecho un enorme favor a los Assad que continuaron en el poder sin rendir cuentas a la comunidad internacional ni al pueblo sirio. Hoy esta idea pareciera estar cambiando lentamente. El argumento estratégico para una salida del presidente sirio va adquiriendo fuerza en la visión de que ello sería una derrota para Irán, Hezbollah y Hamas, de hecho sería una gran derrota que podría focalizarse en el corto plazo para alcanzar una solución con el problema nuclear iraní. En cuanto al argumento de que el régimen sucesor podría seguir peores políticas, informes recientes de ONGs de sirios expatriados en Europa y EE.UU. indican que en realidad los sirios odian tanto a Assad como a Hezbollah e Irán y que esta sociedad que ha establecido el régimen con Teherán y con su brazo armado ocupante del Líbano terminará una vez que el presidente Assad se haya ido.
Según un informe completamente documentado de la oposición siria en el exilio y realizado conjuntamente con la televisión alemana que circula aquí en Europa en las ultimas horas, la oposición indica que los manifestantes sirios no sólo piden la caída del presidente Bashar al-Assad sino que a partir del último fin de semana comenzaron a dirigir su ira contra sus aliados regionales, Irán y Hezbollah. Esto es un giro nuevo e inesperado de los acontecimientos. Los videos recientes de las televisoras europeas muestran a miles de manifestantes coreando consignas contra el gobierno sirio pero también contra el ayatollah Ruhollah Khomeini, líder de la revolución islámica de Irán, así como contra Hezbollah. Y más sorprendente aun han sido las imágenes y videos de manifestantes quemando fotografías de Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbollah y figura respetada en la calle árabe entre quienes adhieren a la resistencia contra Israel y Estados Unidos. La ira del pueblo sirio es el resultado del apoyo inquebrantable de Hezbollah e Irán para que el presidente Assad continúe aplastando sin piedad a quienes se movilizan por más libertad y democracia verdadera. Son varios los refugiados sirios en Turquía que afirmaron haber sido víctimas de soldados iraníes durante la represión y aseguraron a las autoridades de Cruz Roja y el gobierno turco que fueron baleados indiscriminadamente por francotiradores y grupos de militares que llevaban barba y que no hablaban árabe. Según autoridades de la Unión Europea que han recogido las denuncias de los exiliados sirios la identidad de estos tiradores no da objeto a la duda. Son iraníes basijis que dependen de los guardias de la revolución islámica iraní.
Ya no alcanzan los esfuerzos del régimen de Damasco y su agencia oficial de noticias por ocultar la verdad y distorsionar la realidad, salvo los hermanos Castro en Cuba o Chávez en Venezuela junto a sus subalternos Morales, Ortega y Correa nadie en la comunidad internacional cree en el gobierno sirio. Assad puede continuar matando algunas semanas más pero las conductas que ha elegido llevar adelante y cada uno de los 1200 muertos que esta dejando su represión será un clavo más en el ataúd del régimen Baasista.
La alianza con Irán, Hamas y Hezbollah es vista de manera viciosa y repudiada por un número creciente en la sociedad civil siria, el encanto y el miedo se ha roto en ese pueblo que ha decidido enfrentar el escenario y su propia realidad. En consecuencia los tecnócratas de la comunidad internacional y la diplomacia occidental deben comprender el mensaje del pueblo sirio hacia el régimen y no deberían temer los cambios, porque cuando los sirios tengan la oportunidad van a terminar con el régimen y con las alianzas que el clan Assad ha conformado. De momento, Siria no es la locura y la guerra civil en la que ha caído Libia, ni será el Egipto post-Mubarak, es tiempo de que las cancillerías occidentales lo comprendan para evitar la escalada de la crisis y mas costos en vidas humanas. Si tuvieran la oportunidad, los sirios demostraran que son un pueblo árabe honorable que vive y ha vivido sojuzgado pero que entiende muy bien cual es el interés estratégico persa-chiíta en su país y saben que no pueden confiar en el régimen de Teherán porque en el largo plazo los llevara a su propia destrucción con una guerra sectaria interna o con una confrontación con el Estado de Israel.
Seguramente con los cambios puede haber turbulencias y reacomodamientos, desde luego que si, de hecho los islamistas se han apropiado de las movilizaciones en Túnez, Libia y Egipto. Sin embargo, nada indica que el cambio en Siria será peor a lo que se conoce del actual régimen. En consecuencia, cuanto más pronto y más fácil le hagan la salida del poder al presidente Assad será mucho mejor desde el punto vista humanitario, político y estratégico para el pueblo sirio y la región.