Los que saben de esto de la vida recuerdan aquello de que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, y como si de una extrapolación unívoca se tratara, los países que olvidan sus problemas de deuda soberana están condenados a volver a sufrirlas.
Y es que parece que los países miembros de la zona Euro no quieren aprender la lección y siguen empeñados en enfrentar un problema conjunto con políticas individuales, lo cuál no hace más que incrementar los beneficios de los especuladores internacionales que aprovechan la asimetría evidente de la moneda única.
Al haber una unión monetaria sin integración política se producen resquicios a través de los cuáles los especuladores pueden generar ventas y compras especulativas sin que nadie pueda hacer nada al respecto. Si en lugar de existir un Ministerio de Economía con capacidad ejecutiva en cada país miembro de la zona Euro, existiera un sólo Ministro de Economía para todos la cosa sería diferente.
Hasta el mismísimo Jean Claude Trichet, ortodoxo y conservador hasta el tuétano, ha solicitado a los gobiernos europeos que saquen adelante la propuesta de un Ministro de Finanzas para la zona Euro, pero no un pelele en manos de los intereses nacionales de cada país, sino un hombre o mujer con la fuerza suficiente como para tener autonomía ejecutiva y tomar decisiones en función de las necesidades del conjunto, no de los caprichos individuales.
Sin embargo, ello significaría que los diferentes gobiernos nacionales perderían autonomía y cota de poder, y ya sabemos lo mal que les sienta a los políticos, de cualquier país, retroceder en el poder que ya han conseguido.
Por tanto, seguiremos sufriendo los ataques de los mercados internacionales hasta que la crisis pase a mejor vida y volvamos a un período de bonanza, el cuál acabará con una nueva crisis, y, de nuevo, porque seguro que seguiremos como estamos, sufriremos las consecuencias de nuestra asimetría de crecimiento.