Por José Yorg, el cooperario A propósito del último conflicto campesino paraguayo y los latentes: Es imperativo aplicar una Reforma Agraria con Base Cooperativa como componente principal y expedito de un plan de desarrollo rural con equidad a las acuciantes problemáticas que acosan a miles de familias campesinas, cuya esencia están ligadas a los derechos humanos de disfrutar de una vida digna y fecunda. Las promesas electorales realizadas por el actual gobierno de Lugo al pueblo y en especial al sector campesino tienen carácter de inexcusable cumplimiento por haberse proclamado y asumido públicamente tal compromiso, por tanto, demandables jurídica, política y moralmente.
¿Es que acaso los permanentes conflictos de invasiones y protestas campesinas son insuficientes para concluir que el conflicto por la tierra en Paraguay es producto de infructíferas políticas públicas de desarrollo rural?
¿Es que acaso no existe voluntad política de resolución de un problema objetivo, concreto y muy necesario, cuyo mal proviene de la base perimida estructural de la propiedad malhabida?
Pareciera que estamos inevitablemente a repetir mil veces nuestro expresiones sobre esta cuestión, cuestión campesina:
¿El Paraguay requiere de una revolución cooperativa? ¡Qué dudas cabe! Sólo los necios o los corruptos pudieran contrariar esta ley de la economía humanizada, pues todo está llamado a la cooperación.
Cuando examinamos la historia del Paraguay, como punto de partida de nuestro modesto análisis, comprobamos entre muchas cosas que el término “revolución” ha sufrido desvirtuaciones, “deshonrosas desvirtuaciones” diría yo, puesto que los episodios ocurridos en el largo devenir desde el año de 1870 en realidad constituyeron asonadas, golpes de Estado, cuartelazos, motines, revueltas, etc., y no revolución.
Entendemos por revolución aquellos cambios políticos profundos en la conformación social y económica, generalmente implica un paso adelante en la escala de la organización productiva, puesto que si se da a la inversa será involución y si se manifiesta escalonadamente será evolución.
En realidad la revolución cooperativa constituye una construcción procesual consensuada y pacífica, a conveniencia de las necesidades existentes, puesto que funda un eslabón superior en la conformación organizativa económica y política-social que objetivamente demanda el Paraguay, en razón a que la atrofia subdesarrollada actual se superaría así.
Concluiremos, sin esfuerzo extenuante, que la pobreza no es el problema del
Paraguay, sino el esquema corruptible que provee una riqueza obscena a minorías antipatriotas.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!