Cualquier acontecimiento relevante en la vida económica española sigue siempre una agenda política. La CAM ha sido intervenida justo después de que dimitiera Francisco Camps, de manera que la responsabilidad del PP en el desastre financiero-inmobiliario valenciano ha quedado desactivada de manera preventiva.
Camps fue quien designó en 2009 como presidente de la CAM a Modesto Crespo, un tipo que hasta ese momento no había gestionado instituciones financieras y su currículo se limitaba a ser dueño de varios concesionarios de coches y, por supuesto, a ser amigo del de los trajes. Desde su posición de presidente de la CAM, además de terminar de arruinarla, Modesto Crespo “se concedió” 7,89 millones de euros en préstamos, presumiblemente a un interés que si no es cero, se le debe acercar bastante.
Un raudal de informaciones periodísticas ha ido destapando este caso en estos últimos días, tan solo eclipsado por la noticia del adelanto electoral. Y PP y PSOE, que promovieron la politización de las cajas y su instrumentalización en aras de sus intereses y de los de sus líderes, han proclamado titulares remarcando que hay que seguir despolitizando y profesionalizando las cajas.
Esto es una gigantesca inmoralidad. Han hundido una parte del sistema financiero con cargo a nuestro dinero de nuestros bolsillos, y ahora dicen que hay que ser buenos y serios en la gestión de lo que queda en pie.
Abramos los ojos. PP y PSOE en España han sido los principales originadores de esta crisis maldita. Ellos fueron la primera ficha de este dominó: PP y PSOE redactaron y aprobaron las leyes que permitieron que los políticos desembarcaran en tromba en las cajas de ahorros.
Ello constituyó la piedra angular de su poder político regional: el control sobre el poder financiero. Desde las cajas de ahorros, PP y PSOE han decidido qué se construye, en qué pueblo, quién lo construye, y a quién se vende. No queda ya duda que la concesión de hipotecas y sobre todo, de los créditos a promotores, no ha sido el resultado de un análisis de riesgos, sino que ha seguido criterios estrictamente políticos. A más de uno le resultará familiar este sistema, pues era el mismo que imperaba durante el franquismo. Y como entonces, su consecuencia ha sido el hermanamiento de intereses económico-financieros con el amiguismo y el interés del partido, tanto del PP como del PSOE. Y así, año tras año, autonomía a autonomía, pueblo a pueblo, fue inflándose la burbuja inmobiliaria hasta que finalmente explotó en 2008.
En mi opinión, Rajoy forzó la dimisión de Camps no tanto por el escándalo de los trajes, sino porque sabía que la CAM iba a ser intervenida. No tengo duda que Rajoy conocía bien el informe del Banco de España, que está dando a conocer la tremenda sinvergonzonería que hay detrás de la gestión de la CAM, y que va camino de dejar la trama GÁ¼rtel en un robo de golosinas. Y a la vista de los hechos, le ha salido bien la jugada, pues mucho se ha escrito estos días y nadie señala al PP. Ni siquiera el PSOE. Y está claro por qué.