La decisión del Banco Central Europeo de rescatar a España e Italia mediante la compra de deuda soberana, marca el inicio de una nueva era. Ya es oficial que no es una institución independiente. A partir de ahora, el BCE será una herramienta más del poder político de los jefes de gobierno de la UE, que tratarán de aprovechar para mantenerse en el poder.
Así, cuando algún gobierno no quiera ajustar su gasto público para evitar lastrar su reelección, montará un cambalache de intereses con otros jefes de gobierno, con el fin de formar una mayoría suficiente para obligar al BCE a que compre sus emisiones de deuda.
La UE esta semana ha bendecido la emisión perenne de deuda pública por parte del Estado y ha consagrado al Estado como motor principal de la economía. En esencia, ya no habrá diferencia entre el funcionamiento de los Estados europeos y Cuba o Venezuela, en cuanto que el Estado es alfa y omega de la actividad económica de cada país.
No creo que fuera esto a lo que aspiraba la ciudadanía europea tras la caída del muro. Pero la realidad es que la función del Estado actualmente está derivando a la misma que en el sistema socialista, con la diferencia (grande, sí) que disfrutamos de una gran esfera de libertades en el ámbito personal. Claro que esta esfera de libertades está permanentemente vigilada por el Estado mismo, y son respetadas y mantenidas siempre que no sean una amenaza para el Estado. Y en el caso de España, vivimos una “versión democrática” del franquismo. Hemos pasado de un modelo de Estado franquista sin libertades civiles, a otro Estado franquista con libertades tuteladas por los dos grandes partidos.
En mi opinión, la credibilidad de los gobiernos de la UE, del euro, de la zona euro, y su incapacidad para atraer inversiones, no mejorará en los próximos meses. La volatilidad de los mercados financieros y la debilidad de la recuperación económica continuarán. Porque el origen de esa falta de credibilidad, es precisamente el rol preponderante que han tomado los Estados y las decisiones políticas en la vida y en la actividad económicas. Y los inversores financieros, a los que muchos se refieren como “los mercados”, saben que los sistemas económicos sometidos al intervencionismo político no son de fiar, y consecuentemente, continuarán derivando su dinero a otros países.
Recordemos que en los años 90, los análisis políticos relataban que la caída de los regímenes socialistas tuvo su origen en el colapso su sistema financiero, que consistía en una incesante emisión de deuda pública que era destinada a la carrera armamentística y al expansionismo, y a mantener un estado improductivo e ineficiente en la gestión de recursos. Bien, pues si esto no es lo que está sucediendo estos años de crisis en la UE, que venga Dios y lo vea.
Por tanto, y a la luz de todo esto, sólo queda decir que ya sabemos cuál es el final de este cuento. Lo bueno: saberlo de antemano nos concede tiempo para que cada uno se prepare como pueda.