EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
La verdad es que no me apetece escribir nada sobre el caso de corrupción que está investigando el juez Garzón, en cuatro provincias españolas y en la cual a los presuntos corruptos se les identifica con el PP y como amigos de Aznar y de su yerno Alejandro Agag.
Tampoco despierta mi interés el escribir sobre ese mal remedo de comisión de investigación sobre el espionaje en la Comunidad de Madrid que ha montado el Gobierno que preside Esperanza Aguirre, la heroína de Bombay. Y no me motiva escribir sobre ello por que el dictamen de dicha comisión está ya escrito antes de que esta comience a actuar, no hay más que recordar las declaraciones de la presidenta cuando dijo aquello de que “no van a haber responsabilidades políticas” y de que “el espionaje es seña de identidad del PSOE”. Para que perder el tiempo en algo que ya se ve que va a quedar en nada.
Mucho menos me atrae el escribir sobre el candidato del PP por Ourense, al cual se le ha destituido y ya no ocupará la cabecera de la lista por dicha provincia en los próximos comicios gallegos por presuntas irregularidades con Hacienda.
Y no me seduce hablar de todo esto por que al final para qué, si todo queda en nada. Los casos de corrupción se vienen dando cada vez con mayor frecuencia en nuestro país porque al final nunca pasa nada y por eso cada vez hay más corrupción. A los españoles nos da la sensación de que la justicia no está actuando con la firmeza que requiere cada caso. Hay esa especie de trueque de acusaciones y de “y tú más” por parte de los partidos políticos y al final son los golfos corruptos los que se salen con la suya. El hecho se repite una y otra vez ante el asombro de los ciudadanos. Mociones de censura que amparan pelotazos urbanísticos, recalificaciones de terrenos, cobro de comisiones, tráfico de influencias, nepotismo y el resto del amplio y variopinto abanico de casos de corrupción que se están dando dentro de la mayor impunidad. Nunca pasa nada.
Por eso y por que lo anteriormente dicho está relacionado con la justicia, quiero reproducir la noticia que el pasado día 31 de enero daba el diario Información de Alicante: Decía así: “Un mendigo afronta una pena de año y medio de cárcel por haber robado media “baguette” en un horno de Badalona (Barcelona), agarrando por la solapa a una dependiente que tiraba del otro extremo de la barra de pan para impedir que se la llevara. El mendigo fue juzgado ayer en rebeldía”. Si señor, así se hace, hay que meter en la cárcel a los muertos de hambre, no a los corruptos que suelen “matar el hambre” en los más lujosos y caros restaurantes. ¿Figurará esto en la Constitución?