Los profesionales de cualquier materia tendemos a complicar las explicaciones todo lo que podemos, para lograr que nadie nos entienda, y seguir siendo imprescindibles para la sociedad, aunque ésta todavía no lo sepa.
Sin embargo, en demasiadas ocasiones las explicaciones son más sencillas de lo que nos gustaría aceptar, sobre todo en las ciencias que tienen fundamento, directa o tangencialmente, en la conducta humana, por lo que la sabiduría popular tiende a ofrecer diagnósticos y análisis más exhaustivos y comprensibles.
Por ejemplo, aquí tienes una parábola económica, de autor anónimo, que me enseñaron en mis tiempos de estudiante:
«Esta es la historia de un hombre que vendía perritos calientes en la calle, en mitad de una carretera. Tenía problemas de audición, así que no escuchaba la radio. También tenía problemas en la vista, así que no leía periódicos. Pero, eso sí, vendía muy buenos perritos calientes.
Puso una señal en la carretera anunciando lo buenos que eran sus perritos y la gente comenzó a comprarlos. Entonces, como el negocio le iba bien, empezó a incrementar sus pedidos de carne y de pan, y compró un horno más grande para poder hacer frente a los pedidos.
Un día, su hijo, en la universidad, regresó para unas vacaciones, y le dijo a su padre: ‘Padre, ¿no has escuchado la radio?, ¿no has leído los periódicos? Hay una gran recesión. La situación en Europa es terrible, y aquí en casa no es mejor».
Á‰sto hizo pensar al hombre: ‘Bien, mi hijo está en la Universidad, lee los periódicos, escucha la radio y lee los periódicos, por lo que debe de tener razón’.
Por ello, el padre dejó de hacer pedidos de carne y de pan, quitó las señales y no fue más a la carretera a vender perritos calientes. Entonces, sus ventas cayeron drásticamente y le dijo a su hijo:’Hijo, tenías toda la razón. Estamos en una gran recesión’.»