Vivimos en la época de la especulación financiera, cuando nada vale lo que cuesta y nada cuesta lo que vale, el valor natural de las cosas ha quedado supeditado a la ley de la oferta y la demanda, por lo que todo vale lo que la demanda está dispuesta a pagar y nada cuesta lo que la oferta se gasta en su producción o en su realización, todo queda, por tanto, en manos de la especulación.
Y el mejor ejemplo lo tenemos con la jornada de hoy en las bolsas, cuando un simple rumor de que Merkel y Sarkozy iban a dar una rueda de prensa ha servido para que se recuperaran, mientras que en cuanto el rumor se ha evaporado los beneficios bursátiles se han desvanecido sin solución de continuidad, porque no hay referencias reales a los que aferrarse, todo se construye en el aire y se evapora por concatenación de corrientes de aire, sin otra raíz económica más que la volatilidad de las nubes.
Ello provoca que la especulación gane terreno y la economía real lo pierda, ahora ya no compensa fabricar cosas, ya no interesa ofrecer servicios interesantes, todo se basa en la especulación, comprar para vender, vender para comprar, en el momento oportuno, en el tiempo justo, ni antes ni después, porque un segundo, una décima de segundo puede valer miles de millones, perdidos o ganados, depende de la fortuna del momento.
Este construir castillos en el aire ha provocado la actual crisis financiera, porque todos jugaron a ser ricos y nadie realmente lo era, sólo lo parecían, igual que los beneficios económicos de hoy en día, parece que lo son, pero no son más que valores que cambian de manos a la oferta del mejor postor, a la oferta de quien ha acertado con el momento en el que comprar o vender.