Cada día que pasa somos más conscientes de que gran parte de los problemas económicos y sociales que tiene nuestro país, se deben al tipo de educación que estamos implementando en nuestras aulas, fundamentalmente en la enseñanza secundaria. Tras distintas reformas educativas: LOGSE, LOCE, LOE, parece ser que no se ha conseguido implantar una enseñanza de calidad en España que permita situar al Sistema Educativo de nuestro país, en el lugar que le correspondería dentro de los países de la OCDE. Muy al contrario, aparecemos situados en el furgón de cola. O al menos eso es lo que nos ofrecen los informes oficiales de PISA (Programa Internacional para la Evolución de Estudiantes), que se basa en el rendimiento de nuestros alumnos comparado con alumnos de otros países, a partir de unos exámenes estandarizados que se realizan cada tres años a estudiantes de 15 años, en tres áreas básicas: competencia lectora, matemáticas y ciencias naturales.
Al analizar porqué los estudiantes tienen un nivel de comprensión lectora tan bajo, o porqué nuestros alumnos no son tan brillantes en matemáticas, percibimos que con toda probabilidad esto se debe a las propias leyes que se han ido implementado en materia educativa, leyes que han perjudicado a la enseñanza en nuestras aulas y de las que son responsables nuestros propios legisladores, que no han sabido apartar la educación de la política. Es necesario, por tanto, intentar llegar a un gran pacto de Estado en esta materia si queremos que la educación mejore realmente y, acabar con todas las reformas educativas que se utilizan con fines político-doctrinales. Y es que un modelo educativo de éxito solo es posible si está libre de posicionamientos ideológicos, y si está pensado para conseguir la verdadera formación del alumno. Y aunque la formación en valores es importante, no debe denostar la propia formación técnico científica, pues el modelo educativo debe ser válido para muchas generaciones y no solo para el gobierno de turno.
Actualmente, la Ley obliga a los profesores de cualquier asignatura, aunque esta sea Matemáticas, Física y Química, o Literatura, a impregnarlas de «valores transversales», lo que significa llenarla de contenido inadecuado a su fin. ¿Qué relación puede tener la educación sexual, los valores sociales, la educación para la salud, o la educación ético o moral con las matemáticas? Pare ser que nuestros legisladores desprecian el componente de formación puro, e intentan impregnar las aulas de ideología política y de controversia. Se olvidan nuestros legisladores que el artículo 27 de nuestra Constitución Española de 1978 advierte que: Los poderes públicos deben garantizar el derecho a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Lamentablemente la ingeniería social de la izquierda y el conservadurismo de la derecha, están haciendo un flaco favor a la educación de nuestros jóvenes.
La formación científica-técnica es importantísima para el futuro de nuestra sociedad, si queremos mantenernos como una sociedad desarrollada y tener una economía competitiva en este mundo global. Hoy más que nunca, por ejemplo, es necesario formar jóvenes con aspiraciones empresariales, creativos, emprendedores y gente capaz de dirigir correctamente los destinos de la sociedad en todos los ámbitos. Necesitamos formar gente con aspiraciones e ilusión por lo que hacen, gente que sepa perseguir sus propios objetivos sabiendo que se encontrarán con dificultades en el camino, pero que necesitarán superarlas con esfuerzo y dedicación, por eso, no necesitamos políticos que solo piensan en su rédito personal y en el corto plazo, sino más bien en el futuro del país y el desarrollo de nuestra sociedad a largo plazo.
Hoy a los alumnos en las aulas se le enseñan muchas cosas, muchas asignaturas, pero con poca profundidad, lo que les lleva a realizar un tipo de aprendizaje superficial, y con poca utilidad para cuando llegan a la universidad. Buena parte de estos alumnos por este motivo fracasan en los primeros años de su carrera universitaria, porque precisamente en la universidad este tipo de aprendizaje ya no es válido, pues se requiere un método de aprendizaje mucho profundo y al que no están acostumbrados. Muchas de estas asignaturas que se les enseña además se solapan entre sí; mientras tanto, nuestros políticos crean asignaturas de poca trascendencia, y que sobran en el currículum, como es el caso de la «Educación para la ciudadanía», a sabiendas además que forman parte suficientemente del contenido de otras asignaturas como: Á‰tica y Cívica, Filosofía y Ciudadanía, Ciencias Sociales, cuyos contenidos pueden ser suficientes para hablar de valores morales o de valores democráticos. Y además dicha implantación se realiza a costa de asignaturas tan importantes para la formación como Lengua y Literatura. Y luego nos preguntamos porqué nuestros alumnos tienen mala comprensión lectora.
Hay quienes pensamos que la educación en valores no se consigue implantando nuevas asignaturas con un contenido en valores que ofrecen un panorama distorsionado de la realidad, o al menos, valores del que no todos los padres como responsables de la educación moral de sus hijos comparten. O en el otro extremo, el de asignaturas que llevan años ofreciendo un modo de entender la vida «confesional» y que no refleja la realidad del momento, o al menos no la realidad de todos. Por ello, la educación moral, religiosa o política debe mantenerse fuera del aula y dedicarnos a lo que realmente importa, que es el futuro de nuestros propios jóvenes en esta sociedad competitiva que les ha tocado vivir.
Para analizar este tema invito a que vean los siguientes vídeos para saquen sus propias conclusiones.
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