No por ser un tópico repetido deja de ser verdad que España como país, o al menos la generación venidera, ha perdido toda la cultura del esfuerzo que nos caracterizó durante los años duros de la posguerra y los posteriores del despertar al mundo internacional, un esfuerzo que implica saber desde bien joven que las cosas no nos vienen en bandeja de plata, sino que hay que luchar por conseguir las metas en la vida.
Los culpables directos de esta pérdida tan dañina para la esencia humana han sido los propios progenitores que han actuado como pusilánimes entes a las órdenes y caprichos de sus propios hijos, tratando de evitar todas las poses autoritarias que sufrieron en su niñez cuando muchas de ellas eran coexistenciales al concepto de la educación. Desde el diálogo y la comprensión también se puede ser estricto, también se puede educar en el esfuerzo para conseguir que los hijos que criamos no sean marionetas de feria en manos de las circunstancias, sino que sean ellos los que las gobiernen, que tomen el toro por los cuernos y salgan adelante como lo hicieron nuestros padres, y los padres de nuestros padres.
Pero un error de concepción de la educación ha llevado a los padres de los 80 en adelante a confundir la educación con la cohabitación amistosa y a permitir que los jóvenes de hoy sólo sepamos (me incluyo en el colectivo, para sentirme bien, por joven, se entiende) esperar a que nos pase el tren de las oportunidades, sin salir ahí fuera a tomarlas.
La crisis económica nos sigue golpeando con fuerza, el desempleo es una lacra que se ha apoderado de nuestras voluntades, y las injusticias económicas están a la orden del día, pero yo no puedo evitar que me hierva la sangre, si ello fuera posible sin el efecto del calor directo, cada vez que veo a un joven (o jovena, para ser políticamente correctos) tumbado en el sofá de su casa y rechazando trabajos por no ser lo suficientemente buenos. Los trabajos no son ni buenos ni malos, son trabajos, y la mejor forma de aspirar a uno más cómodo o más motivador, es trabajar, trabajar y trabajar.