En el lado opuesto al de los pueblos del mundo, el capitalismo clásico ha dejado de interesarse exclusivamente por la producción de mercancÃas, se ha lanzado a la especulación y se ha convertido literalmente en un depredador sin lÃmite al nivel que se les pida: recursos de la Tierra, tesoros y bienes públicos energÃa humana y derechos sociales y polÃticos.
Empujado  por la avaricia desmedida de sus lÃderes y su desprecio a los valores humanos y divinos se muestra  dispuesto – como todas las bestias a punto de morir- a llevarse por delante a quien sea. De momento se llevó la democracia burguesa, mientras quiere impedir cualquier construcción alternativa, y en esto la historia es larga ya en anterior versión de capitalismo burgués donde las vÃctimas principales han sido los pueblos de América del Sur sin que prácticamente ninguno de ellos haya estado a salvo de alguna de sus andanzas: conspiraciones, golpes de Estado, presiones polÃticas, negocios sucios, monopolios impuestos, explotación incontrolada de recursos, gobiernos corruptos a su servicio y mucho más.
Sin tregua, ahora anda tras el gobierno mundial del pensamiento único denunciado anticipadamente por Orwell, y que pretende ser liderado, claro está,  por los EEUU. Para ello cuenta con la colaboración interesada de sus aliados occidentales, el sionismo internacional con el FMI, el Banco Mundial, la OMC y todos los gobiernos tÃteres de los paÃses ocupados militarmente en Oriente, sumidos en guerras made in USA .
Su camino hacia un poder mundial unificado lleva al capitalismo neoliberal moderno a intentar controlar todo aquello que pueda ser un obstáculo. Donde no llega la diplomacia llegan los embargos, y cuando estos no son suficientes se manda a los bombarderos de la OTAN con la bendición de la ONU, del Papa y de los Parlamentos de los paÃses cómplices. O sea que tampoco podemos esperar solución alguna, sino destrucciones y tropelÃas de todo orden por parte de este Sistema enemigo de los pueblos llamado neoliberalismo.Â
RESUMIENDO:
Los modelos tradicionales de la izquierda han sido agotados y consumidos por la experiencia histórica, y no existe ahora mismo un modelo teórico de nuevo cuño que potencie la unidad de los oprimidos, ni existe en estos mismos el nivel de conciencia colectiva – no sólo social, sino ética, espiritual, cultural- capaz de hacer frente al capitalismo. Los trabajadores ya no son solo los obreros de Marx, sino algo más amplio, generalmente más resignados y conformistas y con intereses a menudo encontrados y cuidadosamente divididos entre sà por la estructura capitalista a nivel paÃs y a nivel internacional. Todo ello facilita  la polÃtica satánica “ata, separa y domina†sistemáticamente aplicada por el Sistema y que ahora mismo está en máximos históricos.
Por todo ello, las fuerzas alternativas al capitalismo (sean polÃticas, ecológicas, espirituales o culturales) viven a la defensiva teniendo que soportar el permanente asedio de las fuerzas más reaccionarias en todos los frentes y se deviene más y más hacia estados policÃacos. Lo sucedido en Grecia y en Italia son dos golpes de Estado del capitalismo contra la democracia, que muestran cómo Europa se halla ideológicamente desarmada ante los nuevos retos y más cerca que nunca de Estados neofascistas desde la Segunda guerra mundial hasta hoy. El crecimiento de votantes conservadores y el aumento de grupos neofascistas en Europa y al parecer en Estados Unidos, son un peligroso sÃntoma que refuerza todo lo expuesto aquà sobre la inoperancia de la llamada izquierda, la pasividad de las grandes masas y la agresividad creciente del capitalismo.
El neofascismo, hijo natural de la intransigencia de unos y la debilidad de los contrarios toma fuerza en Europa, en Israel y en los EEUU, por no citar la falta progresiva de libertades elementales y el desprecio a los derechos humanos en estos mismos  paÃses (derechos laborales y sociales, cerco a la inmigración)  o el asedio a la libertad espiritual en otros como China, Irán, Arabia SaudÃ, Rusia, o en  Alemania  con su hostigamiento al cristianismo libre , por poner algunos ejemplos.
La intolerancia espiritual siempre ha sido una constante de los poderes públicos junto a la ideologÃa izquierdista, con el apoyo constante  de las Iglesias, sus eternas aliadas. “Antisistemas†o “sectasâ€, vienen a ser dos términos que junto a “anarquÃaâ€, se siguen utilizando  a diario por la propaganda polÃtica y la religiosa como algo peyorativo, como un peligro. Y llevan razón: es un peligro…para ellos, pero solo para ellos, no para el 99 % restante de la humanidad.
¿Por qué, por ejemplo, se esfuerzan por desacreditar y cercenar los movimientos como el de los Indignados en todo el mundo?
No porque piensen que son un peligro para hoy, sino que su pacifismo, su actitud crÃtica sin tapujos, su capacidad de expresar lo que las masas saben pero no se atreven a decir, su denuncia pública con manifestaciones en las calles  contra las injusticias y abusos del sistema, y lo acertado y sensato de sus reivindicaciones tienen la suficiente fuerza como para despertar simpatÃas espontáneas entre las masas  que les lleven a crecer.
Por ello, los gobiernos fascistoides del neoliberalismo los consideran una peligrosa semilla sembrada en la fértil tierra del desempleo, los desahucios, la pobreza creciente, la falta de esperanza colectiva en el resultado de la crisis, los descarados rescates de los bancos a cuenta de los ciudadanos. Este es un terreno muy fértil para que crezca la indignación. Y el miedo último es que tal movimiento pueda llegar a ser una ola gigante de pacifismo resistente que el Imperialismo lleva grabado en sus neuronas, porque es el mismo tipo de energÃa pacÃfica activa que expulsó a los ingleses de la India con Gandhi, y si me apuran, a los mercaderes del templo por Jesús.
El dÃa que se unan las corrientes espirituales libres con las corrientes sociales alternativas, estarán contados los dÃas del capitalismo y sus gobiernos. Ellos lo saben y tienen miedo, por lo que se defienden con todos los medios. Saben bien que han cruzado la raya roja contra la humanidad, porque su codicia, arrogancia y deseos de poder se les han ido de las manos. Veremos qué dicen los pueblos, porque  va a ser difÃcil acallar la indignación.