En manos de codiciosos inmorales
En España, el conservador Partido Popular ha obtenido mayoría absoluta en las elecciones; bien es cierto que absoluta por una ley electoral injusta. Semanas antes, periodistas, editorialistas y opinadores profesionales al servicio de la derecha proclamaban que, desaparecido en combate Zapatero, el triunfo del Partido Popular generaría la confianza automática de los “mercados”. Pero los “mercados” han recibido el triunfo de los conservadores españoles con una prima de riesgo más alta y caídas en las Bolsas.
Y es que los “mercados”, que han tomado descaradamente el poder (que la Unión Europea les ha entregado), actúan a su beneficio y antojo. Aunque en vez de “mercados” podemos escribir los nombres de seres de carne y hueso, así como de entidades financieras concretas. Porque -convenzámonos de una vez- los “mercados” son solo unos cientos de grandes grupos industriales, aseguradoras y bancos, entre los que destacan con luz propia Barclays, JP Morgan, Merrill Lynch, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Citibank, Bank of America, Axa, Natixis, Société Générale, Banque Populaire-Caisse d’Á‰pargne, BNP-Paribas, Deutsche Bank, UBS, Capital Group, BlackRock, Vanguard... más las dignas de toda sospecha agencias de rating que actúan como sicarios económicos.
Tras la desregulación y el descontrol financieros, y con el secreto bancario elevado a sacramento, la privatización por sistema y la reducción (o desaparición) de impuestos a quienes más tienen y atesoran hemos llegado a la “crisis de la deuda”. Crisis que, como denuncia Susan George, “permite a los acreedores ejercer una especie de colonialismo sin necesidad de recurrir a un ejército ni a una administración imperial; antes en países en desarrollo y ahora en Europa”.
Con el chantaje de la deuda, los “mercados” han llegado a la fase del expolio descarado de lo público. No se trata solo de que las deudas financieras privadas de bancos, aseguradoras u otras entidades financieras devengan públicas, porque se afrontan con dinero público; ahora quieren reducir al mínimo inversiones y gastos sociales para hacer desaparecer el modelo mínimamente social de cierto reparto de riqueza desarrollado desde los años cincuenta. Y puesto que lo privado es lo que priva, educación, salud, distribución de agua, transportes y energía (que antes parecían intocables) han de dejar de estar al servicio de la mayoría para convertirse en fuente de obscenos beneficios de unos pocos.
La austeridad fiscal es ahora el medio para dar el tiro de gracia a lo que resta de estado social en Europa. Pues, como denuncia Susan George, ningún país ha mejorado con la política de austeridad. Por tanto, no es la mejora económica lo que buscan, sino el cambio de modelo social. Por eso, Europa debería mirar a América Latina, que sufrió su crisis de deuda en los ochenta y noventa, pero reaccionó bien.
Brasil, Argentina o Ecuador dijeron no al FMI, a sus pagos de deuda y a sus austeridades. Y hoy, según Michael Reid (editor de The Economist para las Américas), “el buen momento económico de Latinoamérica es una gran oportunidad”. No por una austeridad, sino a menudo lo contrario. Y así la CEPAL testifica que “la pobreza y la indigencia descendieron en América Latina en 2010 gracias a la vigorosa recuperación económica de la mayoría de países de la región”.
En Europa, no cesa la crisis de la deuda y cinco gobiernos han sido descabalgados en elecciones desde 2010. Normal. Lo malo y preocupante es que los presidentes de Grecia e Italia han sido sustituidos sin convocar elecciones. Por decisión del poder financiero.
Si la deuda pública española, por ejemplo, es menor que otras, ¿por qué los “mercados” quieren más ajustes y recortes sociales? La deuda peligrosa de España no es la pública (algo más del 60% del PIB, mientras la alemana es el 83%). La deuda preocupante española es la de sus bancos, que en 2012 deberán pagar 200.000 millones de euros a otros bancos europeos.
Esa parece la razón de tanto ajuste y recorte. ¿Para que el Estado disponga de liquidez y pague su deuda?, con la que, por cierto, los “mercados” especulan y obtienen grandes beneficios. ¿O para ayudar a los bancos a pagar la suya? Quizás para que la señora Merkel duerma tranquila porque sus bancos alemanes cobrarán lo que les deben los bancos españoles.
Parece que la ciudadanía europea está en manos de granujas. Los “mercados”, sus cómplices y sus sicarios.
Xavier Caño Tamayo
Periodista y escritor