La lucha contra el capitalismo debe ser colectiva, pero también individual. ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros?
A raíz de mi artículo La necesaria unidad proletaria, algunos lectores me comentaron que les parecía bien lo dicho en él, pero que se echaba en falta algo de concreción. Pues bien, para concretar un poco más lo dicho en dicho artículo me he basado en el capítulo Resumen de mi libro Manual de resistencia anticapitalista. Quien desee profundizar en lo dicho aquí de manera muy escueta puede recurrir a dicho libro. Por otro lado, en mis libros Los errores de la izquierda (el cual en realidad es un extracto de Rumbo a la democracia) y ¿Reforma o Revolución? Democracia trato los temas relacionados con la lucha colectiva contra el capitalismo. El artículo La lucha anticapitalista resume las líneas generales, objetivos y estrategias, que debe tener la lucha anticapitalista en el Estado español en la actualidad, y el libro La causa republicana se centra en la importancia de la lucha por la Tercera República, es decir, en él concreto cómo debe ser, por supuesto a mi entender, la lucha política en dicho Estado. Asimismo, en mi blog podrá encontrar el lector diversos artículos relacionados con el movimiento 15-M, el cual es la forma que está adoptando la lucha contra el capitalismo, sobre todo contra el neoliberalismo, actualmente en España. Dicho movimiento es, como mínimo, potencialmente revolucionario, y debe ser apoyado por quienes deseamos un sistema más justo y libre, por todos los que luchamos para superar el capitalismo. Debe ser apoyado, por supuesto, de manera crítica, criticando constructivamente, además de participando activamente en él. Este ciudadano corriente, humildemente, así lo está intentando. Muchas de las cosas dichas en el presente artículo les pueden parecer muy obvias a muchos lectores concienciados, pero si lo fueran para la mayoría de la ciudadanía, este artículo no existiría, no sería necesario.
La “receta” de la lucha contra el capitalismo puede sintetizarse de la siguiente manera:
- Contra el capitalismo, lucha social y lucha individual. Ambas son imprescindibles. La una debe realimentar a la otra.
Lucha social:
- Contra el capitalismo: lucha de clases.
La lucha colectiva es la lucha de clases. Pero para ello primero debe recomponerse la clase trabajadora. Toda persona que deba vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, o que posea su propio medio de producción y participe activamente en él (es decir, no sólo se limite a ejercer de poseedor de él, no se limite a invertir y a recoger beneficios, no se limite a ejercer de capitalista), es un proletario, un trabajador. Aunque sea un ingeniero, es decir, un obrero mental. Todo asalariado, todo trabajador por cuenta ajena, incluso todo trabajador autónomo o pequeño empresario es también un proletario. El comercial, el oficinista, el administrativo, el técnico, el camarero, el dependiente, el jefe intermedio (aunque se considere de la aristocracia obrera), el funcionario,… Da igual que se vista con traje y corbata o con mono. Todos son obreros, proletarios, trabajadores. Los obreros no son sólo los trabajadores del sector industrial. Cambian las formas, pero el fondo es básicamente el mismo.
La lucha es contra el gran empresario, contra el gran capital, contra la banca. En definitiva, contra la oligarquía, contra las minorías que acaparan la riqueza, que se enriquecen a costa del trabajo ajeno, contra las élites que controlan la sociedad. A pesar de los pesares, aunque se hayan producido ciertos cambios a lo largo de los últimos siglos, sigue siendo válida la división fundamental de la sociedad en dos clases principales: proletarios y capitalistas (grandes capitalistas). Las diferencias entre las subdivisiones, entre los distintos tipos de trabajadores, son más de matices, de intensidad, de formas, que de otra cosa. La sociedad está dividida esencialmente entre el pueblo y ciertas minorías que la controlan. La economía está controlada por los grandes empresarios, por los grandes banqueros. El pequeño empresario tiene prácticamente el mismo poder de influencia que el obrero: casi nulo. Las élites cuentan con el dominio actual de la sociedad, controlan los poderes técnicos de la sociedad, los resortes del Estado y los medios de comunicación. La clase trabajadora cuenta con la razón, con la ética y con la fuerza de la mayoría. La lucha de clases es una guerra de muchos contra pocos. La fuerza del proletariado es su unidad. Unos pocos, por mucho poder que ostenten, no tienen nada que hacer contra muchos, si éstos están unidos. El poder es, en última instancia, del pueblo. El pueblo debe unirse para ejercer su poder, para que sea real en vez de sólo potencial.
La lucha de clases debe considerar el corto plazo y el largo plazo, la lucha sindical y la política. Ambas son imprescindibles. La lucha política debe centrarse en desarrollar la democracia todo lo posible. La democracia auténtica, aplicada a todos los ámbitos de la sociedad, incluido el económico, supone, técnicamente, la muerte del capitalismo. La lucha sindical debe centrarse primero en contener la ofensiva del capital, para, a continuación, y complementándose a la lucha política, aspirar a mejores condiciones laborales dentro del capitalismo. Pero recordando siempre que dentro del capitalismo las posibilidades de mejoras laborales son muy limitadas. El objetivo último debe ser siempre la abolición del capitalismo.
Las conquistas parciales no deben sustituir a la conquista total. La experiencia histórica ha demostrado que hay que vencer definitivamente al capital. Si no, tarde o pronto, éste contraataca y se producen las involuciones. No es posible vencer al capitalismo sin la lucha obrera. Y no es posible la lucha obrera sin conciencia obrera y sin unidad obrera. La labor esencial debe encaminarse a la unidad obrera y al resurgimiento de la conciencia de la clase trabajadora. Todo ello adaptándose a los tiempos actuales, sin perder de vista lo esencial, pero teniendo en cuenta los cambios en las formas ocurridos en los últimos tiempos, y sobre todo aprendiendo de los errores de las experiencias históricas recientes. La estrategia debe adaptarse al tiempo y al espacio, al momento histórico y al país.
Lucha individual:
- Contra el capitalismo: actitud personal diaria.
A pesar de que el capitalismo sólo podrá ser vencido colectivamente, cada individuo puede y debe contribuir a la lucha anticapitalista. Cada individuo puede minimizar la influencia que le ejerce el capitalismo, puede resistirse a él en cierta medida y, de paso, puede contribuir a transformarlo, a erradicarlo. Con la actitud adecuada, aplicada cada día, el sistema poco a poco se transforma, perece.
En particular, la manera en que cada individuo puede resistir al capitalismo consiste en, como mínimo:
- Practicar el pensamiento crítico y libre; contrastar todo lo posible entre ideas, entre opiniones e informaciones opuestas; leer la prensa oficial y la alternativa disponible en Internet; cuestionar todo y permitir ser siempre cuestionado; practicar el método científico en nuestras vidas cotidianas (el contraste entre las teorías y entre la teoría y la práctica).
- Someterse lo menos posible en el trabajo, cumplir lo estrictamente necesario en nuestros puestos de trabajo, trabajar para vivir y no al revés, tener siempre muy presente que la empresa es nuestra enemiga, en cualquier momento puede despedirnos, sólo somos números para ella.
- Aprovechar nuestro tiempo libre al máximo, ser libres en nuestro tiempo libre, librarnos de compromisos y disciplinas innecesarios. Luchar por la cantidad y la calidad del tiempo libre. Procurar disponer del máximo tiempo libre posible y procurar ser lo más libre posible durante el tiempo libre de que dispongamos. Procurar satisfacer también nuestras necesidades intelectuales todo lo posible. Además de cuidar nuestro cuerpo, debemos cultivar nuestra mente, lo que más nos diferencia del resto de animales. De esta manera nos desarrollamos más como seres humanos. Somos así menos ovejas.
- Controlar los gastos en vez de obsesionarnos con aumentar constantemente los ingresos; consumir menos, lo realmente necesario, endeudarnos lo menos posible; aprovechar todas las ocasiones en que podamos hacer cosas interesantes sin gastarnos mucho dinero; disfrutar de las cosas sencillas de la vida, dar prioridad a las cosas verdaderamente importantes, disfrutar de la familia, de los amigos, de la naturaleza, de la cultura; aprovechar al máximo nuestras posibilidades, sin obsesionarnos tanto en aumentarlas a toda costa e incesantemente.
- Usar el derecho al voto de forma inteligente y realista, ejercer un voto útil, considerando que el voto más útil es el que puede contribuir a cambiar las cosas en profundidad, no conformarse con parches. No perder de vista que otro sistema es necesario y posible. No conformarse con cambios de gobiernos, aspirar a cambiar el propio sistema. El voto más útil, el ejercicio del derecho al voto más útil, es el que contribuye a los cambios sistémicos. Debemos votar a los partidos que apuesten por cambios profundos, que defiendan el desarrollo de la democracia. O, si no los encontramos, debemos practicar la abstención, o el voto protesta como el voto nulo (pero no el voto en blanco si beneficia a los grandes partidos, como así ocurre actualmente en España), como forma de boicot a la oligocracia, para intentar forzar los acontecimientos, para cuestionar a la escasa y simbólica “democracia” actual.
- Desconfiar siempre del poder y de quienes lo defienden acríticamente o sólo lo critican superficialmente. Desconfiar de quienes no critican al sistema, de quienes no profundizan. El sistema dista mucho de la perfección. Quien evita criticarlo profundamente, lo sustenta, es sospechoso de ser uno de sus lacayos.
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Contra el capitalismo: rebeldía, inconformismo, inteligencia, independencia, conciencia, razón, análisis profundo, ética, principios, sentido común, mente abierta, determinación, fuerza de voluntad, dignidad, activismo, desconfianza,… Sobre todo, humanidad, en el sentido más amplio de la palabra. Los seres humanos somos seres potencialmente racionales con sentimientos buenos y malos, pero no sólo malos. Poseemos una inteligencia emocional bastante desarrollada. ¡No renunciemos a ella! ¡Practiquémosla! ¡Desarrollémosla! No somos máquinas. No somos cerdos de dos patas. No somos ovejas. Dejemos pues de pensar y comportarnos como tales.
Si queremos ser dueños de nuestras propias vidas debemos luchar activa y diariamente por el control. Y para ello, lo primero es cortar, o por lo menos menguar, las cadenas que nos atan, para lo cual debemos movernos para sentirlas.
Contra el capitalismo, libertad (en su sentido más amplio, más profundo), sobre todo búsqueda activa de la libertad.
Y, no lo olvidemos nunca, quien dice capitalismo dice cualquier sistema alienante.
Cada uno de nosotros, los proletarios, los trabajadores, los ciudadanos corrientes, podemos aportar nuestro granito de arena. Como mínimo, sembrando alrededor nuestro las semillas de la concienciación y de la rebelión, sin las cuales no será posible la revolución social. El pueblo unido jamás será vencido, pero mientras trabajamos por dicha unión, podemos ir practicando la rebelión individual. Grano a grano lograremos ser una montaña. Entre todos podemos y debemos. A todos nos afecta. A todos nos concierne.