El Banco Central Europeo ha anunciado en el día de hoy un nuevo recorte en los tipos de interés de la eurozona, dejándolos en el 1.5%, un mínimo histórico para la corta vida de la entidad financiera.
Este recorte puede ser analizado desde dos perspectivas, una positiva y una negativa, una positiva que afecta a los particulares, y una negativa que afecta a los inversores.
Desde el punto de vista de los particulares, el recorte es una buena noticia porque supone que la mayoría de las hipotecas referenciadas al Euribor sufrirán un descenso en la cuota para las revisiones venideras (digo la mayoría, porque en los últimos años se ha puesto de moda entre las entidades financieras el fijar un tipo de interés mínimo), con lo que la presión sobre las familias será menor.
Sin embargo, desde el punto de vista de los inversores, el recorte es una muy mala noticia, porque supone que sus inversiones generarán menos ingresos, menos intereses, y este hecho ha quedado claramente demostrado con el desplome de las bolsas que se ha producido tras el anuncio del BCE.
Se puede decir que la medida del BCE es una medida acertada para el período que estamos viviendo, aunque sigo insistiendo que estas reducciones de tipos de interés llegaron demasiado tarde, cuando la crisis ya no tenía solución. Si la escalada de recortes hubiera comenzado con anterioridad, la crisis no estaría siendo tan profunda.
Por otro lado, también debemos asustarnos de tener unos tipos de interés tan bajos, porque nos muestran una fotografía económica escalofriante, una muestra de lo mal que estamos.
En definitiva, el BCE acierta rebajando los tipos de interés, aunque debiera detener las reducciones en este 1.5%, porque cualquier recorte posterior resultaría contraproducente, ya que aunque pudiera dinamizar el consumo, congelaría el ahorro, y es del equilibrio de estos dos componentes del que vive una economía.