Hermanos para la vida
La enfermedad hiere a la vida: siempre será bueno evitar las agresiones a la vida por la enfermedad, porque la vida llama a la vida, no a la muerte. Si podemos curarnos, hemos de procurarlo. Si podemos mejorar la vida de otra persona, ¿por qué no intentarlo? Nadie puede encontrar una finalidad de la investigación y de la ciencia más digna que mejorar la existencia. El hospital Virgen del Rocío de Sevilla celebró ayer el éxito de la Medicina para Andrés, aquejado de una enfermedad genética, que le condenaba a una transfusión de sangre cada 15 días durante toda su vida, que había de ser corta, por otra parte. Ayer cumplió 7 años. Soledad Puertas y Andrés Mariscal son sus padres, que han sido de nuevo padres de un niño, Javier. Del cordón umbilical del bebé se han trasplantado células a Andrés, tras haber sido sometido a una limpieza de su médula ósea por quimioterapia. En cinco semanas se ha conseguido el milagro, laico por descontado: científico. La médula ósea de Andrés comenzó a regenerarse, a producir plaquetas y glóbulos blancos y más tarde glóbulos rojos. La anemia congénita de Andrés había desaparecido.
«Nunca nos hemos sentido culpables de nada», dicen sus padres Soledad y Andrés. ¿Culpables? ¡Habéis traído más vida al mundo! La vida llama a la salud. Hay quienes argumentan torticeramente desde el dogma teológico contra la ciencia médica. Ellos no hablan de sus hijos, incluso algunos no tienen experiencia de paternidad. Ciegos ¿guiando a otros ciegos? Cosas de sacristía.
Manuel Pérez Castell
Diputado de España por Albacete