Era ciego, universitario, y campeón olímpico. Pero hablaba de superación, de no rendirse, de saber lo que se quiere y de esforzarse por conseguirlo.
Jesús, trabajador de la UCM, tiene un hijo que acaba de cumplir dieciséis años. A él, como en general a todos los chicos de su edad, Jesús le ve un tanto apático, falto de motivación, poco esforzado y bastante despistado. Hace unos meses, Jesús acudió por motivos laborales a unas jornadas celebradas en la Complutense con motivo del Día Internacional de la Discapacidad. Uno de los jóvenes que intervino le llamó la atención. Era un chaval ciego, estudiante de Administración y Dirección de Empresas. Hablaba de superación, de no rendirse, de saber lo que se quiere y de esforzarse por conseguirlo. Mientras escuchaba estas palabras, enseguida le vino a la mente su hijo David.
“Tendría que estar escuchando esto”, pensó.
Jesús le siguió dando vueltas a la idea y se puso en contacto con la Oficina para la Integración de las Personas con Discapacidad de la UCM. Consiguió el correo electrónico de ese chico. Antes de escribirle, se acercó por el colegio de su hijo para ver qué les parecía la idea de llevar al colegio a ese chaval al que había escuchado hablar de esfuerzo y superación, y que además había ganado cuatro medallas de oro en los juegos paralímpicos el pasado verano.
“Le dijimos que por supuesto, que encontrar a gente que impacte a los chavales es muy difícil y más aún que les digan cosas como que hay que esforzarse para lograr lo que se quiere, que la vida no es eso a lo que están acostumbrados, a tener muchas cosas y esforzarse poco para conseguirlas”, señala Fernando Mazo, el jefe de estudios de Bachillerato del Colegio Lourdes, ligado a la Fundación Hogar Empleado.
Jesús escribió a Enhamed Enhamed, este joven deportista que abanderó al equipo español en la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos de Pekín, a quien una enfermedad le dejó ciego con apenas 8 años y que supo vencer su miedo al agua hasta convertirse en el mejor nadador paralímpico de la actualidad. Enhamed accedió encantado. “Me pareció muy bien la idea de ir a un colegio a transmitir algunos valores. Además, ahora que le he perdido el miedo a hablar en público, me atrevo con todo”, bromea.
El salón de actos de Lourdes se llenó, y lo que es más importante, en palabras de Fernando Mazo: “creo que les impresionó”.
“Estuvo bien –cuenta Enhamed–, creo que de algo les habrá servido. Mi intención era transmitirles mi idea de que no hay que rendirse, de que hay que luchar por conseguir lo que uno quiere a través del esfuerzo y siempre respetando a los demás”. Jesús también piensa que las palabras de Enhamed habrán, al menos, hecho pensar a su hijo y a sus compañeros. ¿Y David, qué dice él?
“Estuvo bien. Habló de lo típico, del esfuerzo y todo eso, pero al ser alguien joven te ves más reflejado. Su vida es como una película que te hace pensar”.
Alberto Martín
Periodista