Sociopolítica

Adicción a la cocaína

Empezar a escribir sobre lo que fue mi adicción, o dicho de otra manera, sobre esta enfermedad de la cual se sana pero sus síntomas persisten en el tiempo.

Esos 15 años que no sé si se perderán en el tiempo pero que muchas veces vuelven a volar sobre uno y duelen esos sentimientos de culpa y esa vergÁ¼enza que anidan en tu interior.

Esos días encerrado en casa, bloqueado y a la expectativa de mantener el coloque justo que no sé qué fuerza interna te pide, atento al bajón y a toda esa sintomatología tan desagradable, que en estos momentos que recuerdo, me produce un nudo en el estómago muy fuerte con una sensación de náuseas profundas.

Y siempre, siempre apurando el último gramo, hasta la última raya que no se porqué razón entra en tu nariz y el efecto es mucho menos duradero que las otras, y acto seguido llamando al camello para volver a comprar más, un acto compulsivo que es muy difícil evitar.

En mi caso he llegado a llorar y atarme las manos para no llamar al teléfono, pero imposible. Cuando te has dado cuenta vuelta a empezar, con un estado de ansiedad brutal y unas paranoias demenciales, te miran, te siguen. Conduces bajo los efectos de la cocaína. Solo deseas llegar al punto de reunión y sin esperar, con la yema de los dedos, volver a introducirte cocaína en la nariz y sentir que vuelves a estar a punto (colocado).

Las ganas de ir al baño te aumentan pues se te dilata el esfínter. Es como si tu cuerpo no fuera tu cuerpo sin tu dosis.

Vuelta a lo mismo, vuelta a empezar.

Corriendo para casa,  a seguir en ese mundo de fantasía donde no existe tabú ni fronteras; donde tus más bajos instintos afloran…

Solo te sientes persona y seguro cuando tienes tu paquetito en el bolsillo. El mundo es tuyo y te vuelves muy sociable hasta que te pones más y más y vienen las ganas de la soledad y los bloqueos y solo deseas ponerte sólo en casa y rodearte de lo que el cuerpo te solicita.

Poner en práctica lo que la droga te libera es horrible, pero es así.

Luego, como en mi caso en los momentos de bajón, te lanzas a los relajantes de todo tipo para dormir y afrontar los bajones y, como en mi caso, estar durmiendo 2 días seguidos sin tener noción del tiempo y cada vez que me despertaba más pastillas para continuar durmiendo… Es una auténtica locura. Ahora que lo analizo desde mi estado actual, era un desecho humano.

Todo esto pasaba hasta que un día, cansado de esta situación, me fui a pedir ayuda a una UCA, en la cual tomamos la decisión de ingresarme en un centro, eso sí,  los 15 días que entre análisis y pruebas, así como la aceptación en el centro, fueron brutales. Se me recetaron cantidades industriales de pastillas para, creo yo, poder aguantar, pero ni con ellas. Me lancé a una espiral de coca demencial, donde ya no me importaba nada, me daba igual aparecer muerto que quitarme la vida…

Se sufre y se sufre mucho, por lo menos yo. Vas pidiendo ayuda pero no sabes cómo decirlo. La gente, si no te rechaza, mira hacia otro lado, ya no les interesas, lo entiendo y lo comprendo, pero no quita que me duela.

Bueno, un relato más de mi experiencia…

En el siguiente afrontaré mi paso por el centro, y el después de esta adicción, pues el después es duro, muy duro. Son muchas las cosas por sanar y muchas por las que luchar, así como analizaré los daños colaterales ocasionados a familia, conocidos etc.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.