15 Años de cocaína, con todo lo que conlleva eso… Hice sufrir a tantos, pero lo que es muy importante es que el daño real me lo estaba haciendo a mi mismo, destrozando mi vida.
Hace dos años di fin a esta situación, conocí a una mujer que es la verdadera causa de mi recuperación. Ella sí me ha sabido valorar, entender y respetar.
Tantos y tantos durante esos 15 años me apartaron de sus vidas, tantos a mis espaldas hablaron de mí refiriéndose a “el drogadicto de mierda”. Nunca escuché, o no logré escuchar: “te puedo echar una mano”. Y sin embargo, de quienes más pensaba que me querían, sí escuché: “yonqui de mierda”.
Es duro, lo se, muchos diréis “apechuga con las consecuencias”, y lo comprendo, pero una vez metido en ello, es un calvario para el que lo vive, y lo digo desde mi propia experiencia, mala experiencia, pero experiencia a fin de cuentas.
Ingresé en un centro, y no fue tampoco el sitio adecuado, lo único positivo es que estuve un año sin consumir, pero casi se me anula como ser humano. No había profesionales, y las cabezas visibles, ex-toxicómanos, entendían su puesto como un trabajo más y el perder a algún drogadicto era negativo para la cuenta de resultados que tenían que enviar a Italia, pues suponían menos ingresos.
Conocí a una mujer durante mi estancia en una ermita cercana al centro. También luché por verla, pues se oponían a ello con mil excusas. Qué se podía esperar cuando no se trata con profesionales… Un rayo de esperanza siempre es una motivación para el cambio en una persona.
En ese centro cualquiera que ingresaba sin profesión alguna, sin estudios, salía igual. Te integraban a la sociedad con una mano delante y otra detrás, te pedían tres años en los cuales no se te aportaba nada a tu persona, triste pero cierto, ni cursos, terapias, clases, grupos de apoyo… nada. Tres años sin droga, pero tonto entraste y tonto saliste. Bajo mi punto de vista, salir en precario más posibilidades tienes de recaer. Podría estar hablando de ello mucho tiempo, pero todo llega.
En los temas que concierne a la droga hay que ser muy precavidos, pues en ellos va la vida de las personas y es muy importante no perder el punto de llegada o el objetivo a cumplir, que es la recuperación e inserción de esa persona en la sociedad, y cualquier ayuda, venga de donde venga, será bien recibida.
Es muy importante saber escuchar, valorar y entender, para luego encauzar sin imponer. Con tacto y mucha mano izquierda. Son vidas con las que se juega y tenemos que ser conscientes de ello, pues solemos llegar a pedir ayuda cuando el destrozo interior es muy grande, cuando la autoestima se ha perdido casi por completo y gracias a que algunos pueden pedir ayuda, pues otros tantos se quedan en el camino.
Todo este calvario nos lleva también a que se nos receten una serie de pastillas, para retomar conductas y no caer en depresiones, así como cuarenta mil cosas mas, que también nos vuelven dependientes de todas ellas, y a veces se juega con ello para dormir, relajarnos etc., o sea, el pez que se muerde la cola. Todo ello lleva implícita una serie de daños psicológicos que luego hay que intentar, en la medida que se pueda, remendar, pues son muchas pautas a corregir.
Es un mundo muy complejo, pero del cual se puede salir. No siempre con todas las garantías, pero sí con probabilidades de éxito, pues al final quien decide es uno, pero para eso hay que estar muy fuerte y haber tomado otros derroteros tu vida, tener otros objetivos y sentirte persona dentro de esta sociedad que, a veces, es muy cruel y estigmatiza cualquier conducta que consideren perturba los cánones que pensamos
que son los correctos.
Seguiré hablando de esto más largo y tendido, pues mi experiencia no es un ejemplo a seguir, pero si sirve de algo a alguien, bienvenida sea.
Lo importante es que ahora gracias a mi mujer (Hortensia Pérez Marín) Fernando Reyes Crespo está recuperando su autoestima y vuelve a creer en simismo, y si mi experiencia vale de algo la expongo para que cada uno saque las conclusiones que desee.