Como buen aficionado a andar por el monte, unos amigos míos me invitaron en recientes fechas a acompañarles a buscar setas. He de reconocer que soy profano en tales cuestiones, tanto que mi intención suele ir por delante de mis propios pasos y tal es mi torpeza que soy capaz de andar pisándolas sin lograr ver ni un solo ejemplar. Comentaban mis amigos que este año, merced a las recientes lluvias benefactoras, los codiciados hongos surgían sin dificultad en los parajes de costumbre dotados, además, de una lozanía directamente proporcional a la humedad de un bosque lloroso sobre el que al fin conseguían crecer, a diferencia de años precedentes cuya sequía asesinaba de raíz cada ejemplar antes de su nacimiento.
Una vez aprendida la técnica a emplear, y asistido por mi flamante equipo consistente en unas buenas botas, ropa de abrigo, navaja con cepillo y cesta de mimbre al uso, mis esfuerzos se vieron recompensados hasta el punto de llenar de generosos ejemplares la susodicha cesta casi hasta arriba.
Me da hora por pensar que se trataba de un día cualquiera de entre semana, jornada muy propicia para salir al monte entre escasa competencia de otros buscadores como nosotros y abundancia de humedad para tan generosa proliferación de los codiciados ejemplares en un día, insisto, en el que tanto mis amigos como yo, deberíamos estar buscando un trabajo que se resiste a aparecer, del mismo modo que las setas en medio de la sequía. Porque del mismo modo que la escasez de lluvias trae aparejada la ausencia de setas en el monte, la práctica inexistencia de oportunidades profesionales, y la sequía del hostil escenario laboral de los tiempos en los que nos ha tocado vivir, se unen de tal forma en contra de quien busca trabajo, que por muy buenos aparejos y depurada técnica que concibas si no llueve, las setas no salen, y de salir alguna, reseca y enferma desde la raíz, todos los buscadores se lanzan a por ella con la navaja entre los dientes aunque esté podrida y agusanada.
Como los escasos empleos que puedas encontrar, si es que encuentras alguno, precario éste y mal pagado y que desanima al más entusiasta al escuchar las cifras descorazonadoras del último informe del INAEM (pese a las entusiastas declaraciones de la ministra de Empleo Fátima Báñez en las que pronosticaba todo lo contrario), ya que la subida del desempleo en octubre, es la tercera consecutiva tras la de agosto y septiembre y la tercera peor cifra en este mes dentro de la serie de los precedentes tras octubre de 2008 (+192.658 desempleados) y octubre de 2011 (+134.182 parados).
Aunque todo esto sólo son cifras para algunos que siguen sin hacer nada y quitan hierro a la delicada cuestión (según el secretario de Estado dela Seguridad Social, Tomás Burgos), esgrimiendo argumentos tan peregrinos como que no son sino fruto del «declive permanente» de la construcción, de ajustes «específicos» del sector público y de la prolongación de los efectos del fin de la temporada estival.
En fin, seguiremos intentándolo, aunque sólo llueva en el monte.