El Aborto, la eutanasia y las bodas gays, ponen en peligro la paz en el mundo
Soy uno de esos seres extraños, lunático con un punto de majareta, que pensaba, hasta ahora, que la paz en el mundo la ponían en peligro personajes como Mahmud Ahmadineyad, Kim Jong-un, Bashar al Assad o Aymán al-Zawahiri (sucesor de Bin Laden). Incluso hubo un tiempo en el que mi demencia me llevó a imaginar que la paz mundial se desestabilizaba mediante los movimientos especulativos de la bolsa de New York que jugaba con el alza de los precios de alimentos básicos, trayendo la hambruna a las regiones más pobres de África, o con la avaricia incontrolada de los grandes magnates financieros a los que les importa un carajo que la gente lo pierda todo y acabe suicidándose ante la inminencia del desahucio de sus casas. En el cenit de mi locura llegué a pensar que quienes contribuyen decididamente a subvertir el equilibrio del planeta eran los políticos, lobbies y oligopolístas corruptos, capaces de hacer desaparecer inmensas praderas, hermosas amazonias o ecosistemas completos, con tal de hacer engordar, sin pudor alguno, sus cuentas en Gibraltar, Liechtenstein, Seychelles o cualquier otro de los paraísos fiscales donde arriba parte del botín de la actual filibustería financiera.
Pero no, resulta que no. Ahora, el Santo Padre, acaba de iluminarme una vez más. Con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará al comienzo del próximo año, su Eminencia Benedicto XVI nos saca del pozo de la ignorancia, para llevarnos al camino de la luz, pues el Papa ha certificado en un escrito para tal evento que la eutanasia, el aborto y los matrimonios gays constituyen graves amenazas para la paz mundial. Punto pelota.
Los abortistas y defensores de la eutanasia provocan, para el Vaticano, “inevitablemente daños irreparables en el desarrollo, la paz y el medioambiente», y las cuatro mariconas locas que se unen en matrimonio representan «una grave herida infligida a la justicia y a la paz».
Menos mal que siempre nos quedará el Vaticano, sus jets privados, sus Rolls Royces, la renovada Santa Inquisición (actual Congregación para la Doctrina de la Fe) o la Banca Vaticana y el arzobispo Marcinkus, para liberarnos de nuestras esquizofrenias y paranoias, rescatarnos de nuestros errores y devolvernos al camino de la verdad eterna. Amén.