Al comparar la morfología craneodental de las especies de osos modernos con dos especies ya extinguidas, investigadores de la Universidad de Málaga han descubierto que los plantígrados desaparecidos no eran tan diferentes de los actuales. El oso de las cavernas, reputado como un gran herbívoro de los carnívoros, era en realidad más omnívoro de lo que se pensaba; el oso de cara corta, hipercarnívoro, también comía vegetales en función de la disponibilidad. El trabajo aporta pistas clave sobre la evolución de los nichos de carnívoros durante el periodo glaciar.
El equipo de paleontólogos ha reconstruido la ecología trófica, es decir, el modo de alimentación de dos especies extintas de osos que vivieron durante el Pleistoceno (hace entre 2,59 millones de años y 12.000 años): el oso de cara corta (Arctodus simus) de Norteamérica y el oso de las cavernas (Ursus spelaeus) de Europa. El análisis morfométrico realizado a partir de las ocho especies de osos que existen en la actualidad ha confirmado que los osos prehistóricos comían de todo.
“Saber qué comían los osos extintos tiene mucha relevancia para conocer la evolución de los nichos de carnívoros en el Pleistoceno cuando las condiciones climáticas eran cambiantes”, explica a SINC Borja Figueirido, autor principal del estudio e investigador del Departamento de Ecología y Geología de la Facultad de Ciencias en la Universidad de Málaga. Los científicos han descubierto que, ya en aquel momento, los osos eran “grandes oportunistas” gracias a su plasticidad morfológica y ecológica.
El estudio, que se ha publicado recientemente en Journal of Zoology, se centra en dos especies de osos prehistóricos porque los científicos supusieron que tenían preferencias alimenticias dispares, pues se presumía de que el oso de cara corta era carnívoro y el de las cavernas, herbívoro, “probablemente la especie más herbívora del género Ursus”, señala Figueirido.
“La investigación ha revelado que estos dos osos tienen unas morfologías craneodentales que casan más con la de régimen omnívoro que con el régimen especializado que anteriormente se había expuesto”, apunta a SINC el investigador.
Los fósiles de cráneos, grandes biomarcadores
Los investigadores estudiaron el material osteológico de las especies actuales (cráneo y mandíbula) y los mismos elementos anatómicos de los restos fósiles de los osos extintos, conservados en diferentes museos internacionales.
Mediante un análisis estadístico, los expertos determinaron los patrones de variación morfológica en osos para comprobar, más que relaciones ancestro-descendientes, que “el patrón estaba más relacionado con la ecología trófica que con la herencia filogenética”, subraya Figueirido.
Dadas las glaciaciones del Pleistoceno (en el periodo Cuaternario), los osos prehistóricos, que tenían morfologías similares a los omnívoros actuales, comían de todo en función de los recursos disponibles según las condiciones climáticas. Para el paleontólogo, “en esa época, había en principio una gran disponibilidad de presas y vegetación, pero había también competencia con otros depredadores del momento”.
En la actualidad, existen casos de especialización alimentaria en los osos. Desde una perspectiva morfológica y ecológica, el oso polar (Ursus maritimus), exclusivamente carnívoro, y el oso panda (Ailuropoda melanoleuca), estrictamente herbívoro, lo tienen más difícil para cambiar su alimentación ante un cambio climático. “Aunque no llegan a estar tan especializados como un león, si desaparecen los pocos recursos de los que dependen el panda gigante y el oso polar, su situación se complica”, manifiesta Figueirido.
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Referencia bibliográfica:
Figueirido, B.; Palmqvist, P.; Pérez-Claros, J. A. “Ecomorphological correlates of craniodental variation in bears and paleobiological implications for extinct taxa: an approach based on geometric morphometrics” Journal of Zoology 277(1): 70-80 enero de 2009.