¿Qué representa la sensatez y la cordura? ¿Qué indica una opinión asentada, una conducta íntegra y una orientación clara? ¿Es posible que todo lo indicado anteriormente sea sentido común?
¿Qué es el sentido común? ¿Es preciso que en estos momentos de la Historia de la Humanidad y los de esta bella nación comencemos a cuestionarnos qué representa la palabra “Sentido Común”?
Antes, hace unos cuántos años, sin intentar desprestigiar éstos, el comportamiento de las personas era otro. La conducta personal era más estable y la comunicación tenía un referente más asociado a la sensatez que a la insensatez.
En los instantes que vive este país, lo que más se desprende en la comunicación verbal, como en el desarrollo social, es una insuficiencia cultural, acompañado de unas conversaciones y acciones con muy poco sentido común.
Tanta falta de él, asociado a una clara necedad avanzada, provoca un estancamiento profundo, muy lejos de una estabilidad cultural y de un crecimiento personal como asociativo.
Actualmente, muchos de los altos puestos ejecutivos, tanto los propios políticos, o bien los asociados a Organismos Oficiales, como los financieros y empresariales, están conducidos con un precario sentido común; un escaso sentido de la realidad; tomas de decisiones carentes de lógica, teniendo, por esas circunstancias, como personas de confianza a otros técnicamente inferiores, es decir, aún menos preparados, menos cualificados y más mediocres, obteniendo, por esas coyunturas, unos resultados muy poco validos e ineficaces.
Mientras se mantenga la ausencia de sentido común, de ideas claras y eficientes, y continúe el sometimiento a esas personas mediocres, sin tener verdaderos liderazgos, líderes reconocidos por los subordinados, este país estará perdido en la Historia del Mundo.
El sentido común es la orientación hacia la estabilidad, el entendimiento, el crecimiento personal, el progreso, la evolución, y tantas versiones de la vida como realidades hay.
Tantos insultos a la cultura; tanto abandono de la intelectualidad; tanta dejadez por el conocimiento; tanta suficiencia en la ignorancia; tanto descuido por la formación; tanta dejadez por las aspiraciones humanas, intelectuales y culturales; tanto desamparo hacia el porvenir de la juventud actual; tanta desidia en la educación; tanta negligencia en muchos trabajos y en puestos de responsabilidad; tanta desidia en la convivencia y respeto humanos; tanta deserción de personas cualificadas hacia otros países; tanta soledad compartida; tanta desatención política hacia la verdadera evolución escolar de los niños, hacia su necesidad de comprender el verdadero significado de la educación escolar, familiar y social; tanta parada en la evolución espiritual y trascendental de los jóvenes adolescentes; tantas incursiones en proteger su intimidad, desoyendo la Voz Natural de la Vida, y permitiéndoles con Leyes Políticas tener más poder que los propios progenitores; tanto regreso a los instintos más primarios del hombre; tanta interrupción en los circuitos de los Valores Universales hacia la Libertad de la sociedad y de los conciudadanos.
Por eso, El Honor del Hombre Universal como el Juicio, la Prudencia, la Discreción, la Cautela, la Madurez, la Razón, la Formalidad, la Lógica, la Reflexión, la Moderación, la Mesura, todo relacionado con el verdadero Sentido Común, deben prevalecer y tener el lugar que le corresponde en esta sociedad y en las sociedades del Mundo.
Cuando una sociedad se libera de ignorantes, insensatos y necios vuelve a estar en el lugar que le corresponde. Este país, un lugar privilegiado, elegido en el Mundo por su Historia y por sus Gentes, por su Geografía como por su Climatología, por su Gastronomía, por su Grandeza, debe desprotegerse de los inútiles y permitir que las personas cualificadas estén en los puestos de responsabilidad. Debe haber unos cambios trascendentales en su proceso, por ejemplo, retomar de nuevo la figura del aprendiz. No es preciso estudiar una carrera homologada, triunfar a través de tener unos estudios académicos, más bien, sería conveniente buscar el verdadero sentido triunfal para la juventud. Donde no llega la Universidad, lugar preferencial para un conocimiento académico superior, llega el maestro en el trabajo, y donde el joven aprende mecánicamente su futuro empleo, su futura potestad empresarial o su mayor eficiencia en el trabajo.
Habría que estudiarse este tema. Siempre se ha dicho que el maestro instruye al aprendiz hasta que este último llega a ser, la mayoría de las veces, superior al maestro.
Los ciudadanos que entienden que este país está estancado, demolido, enfermo, desprotegido en el mundo, aislado, entregado a su suerte, más bien a su mala suerte, y quieren que sea lo que debe ser, porque se lo merece y lo ha ganado en su propia historia, necesitan sentirse orgullosos de su pueblo, de su comarca, de su ciudad y de su nación. España es un rincón bendecido del Universo, con la garantía de ser Noble, y debe prevalecer ante los mentecatos y pordioseros que quieren, exclusivamente, ser ellos los importantes, desafiando a las Buenas Costumbres y a sus Tradiciones. Estar orgulloso de su propio país es un signo de amor por él, por sí mismo y por el resto de personas que lo habitan, deseando lo mejor para todos.
Hay que intentar que sea un país floreciente, culto, con intelectuales que nos enseñen la Razón de la Historia del Mundo; con humanistas que provoquen una nueva orientación humana; con religiosos, pertenecientes a la Comunidad Cristiana, que, con un apostolado más de acorde a lo que la comunidad necesita, apoye en una conducta más espiritual y profunda; y a todos aquellos que se sientan partícipes de aportar su conocimiento, su capacidad de comunicación –periodismo y medios de comunicación visual y escrita- más libre, abierta y sustancial.
Cada país tiene su propia identidad, su propia realidad, su propio proceso y evolución, y el nuestro debe desarrollarse, con su propia garantía y aval, en su nivel más elevado, invirtiendo el mayor sacrificio y tenacidad en encontrar la posición que le corresponde. Todos somos componentes del ideal y sueño de una nación: respetar, con verdadero Sentido Común y Amor, cada rincón, cada cultura. Y aquellos que quieran desprestigiarla, deben permanecer arrinconados en su desinterés y malicia.
Los que desean lo mejor para esta Nación tan excepcional, para nuestros hijos, amigos, como para cualquier ciudadano, siempre están dispuestos a volcar sus conocimientos, tanto humanos como espirituales, hacia quienes lo necesiten. Es la mejor forma de ir todos por el mismo sendero.
Y aquellos que ponen a disposición de ella sus aspiraciones y anhelos son los verdaderos patriotas que sueñan con un verdadero equilibrio en su expansión, en su éxito, en su riqueza.
Esta Nación no es de nadie, sino de todos; en particular, de los españoles que amamos y defendemos su unión, sin politiqueos baratos, sin la codicia y maquiavelismo de unos personajillos indecentes que buscan sus propios intereses. Aquí no debe haber tendencias políticas ni culturales, exclusivamente el interés mutuo de conseguir una verdadera Nación Libre, en constante progreso y respetando las Tradiciones de nuestros antepasados.
Cuanta más riqueza económica, cultural, intelectual y científica, más avance habrá a favor de nuestros sucesores y de aquellos que han confiado en nuestro país, otorgando una convivencia más social y llegando a una mayor estabilidad en favor de todos sus habitantes.