Karma

El sufrimiento puede acabar. Entendiendo.

Se suele decir que lo que hace sufrir no es lo que a uno le ocurre sino “cómo vive lo que le ocurre”. Pero ¿de qué depende poder vivir las cosas de una manera o de otra? El ser humano puede resolver el sufrimiento entendiendo, entendiéndose.

Cuando alguien se resigna al malestar, éste suele aumentar hasta que resulta insoportable. Si la persona se rebela contra el malestar, o las situaciones que lo producen, se centrará en buscar culpables; entonces la vida se convierte en una lucha sin fin que generará odio, rencor y desesperación. En ambos casos aumentará el sufrimiento.

Otra falsa solución es intentar obviar el malestar, dejarlo pasar, no pensar en ello, olvidarlo, distraerse. En este caso se inicia una búsqueda de satisfacción constante, una huida de sí mismo imposible. Esta huida requiere un esfuerzo para mantener una ilusión de bienestar que se puede quebrar en cualquier momento, y genera ansiedad y estrés crecientes.

Si todo esto no funciona… ¿Es posible entonces acabar con el sufrimiento? Sí. Pero si de antemano uno afirma que no, que no es posible solucionarlo, esgrimiendo las razones que sean, entonces cierra la puerta a encontrar la solución. Muchas veces hemos oído, con dolor,  frases como “hay que vivir con ello” o “la vida es así”,  como solución a problemas psicológicos, incluso por parte de profesionales que se han resignado ellos mismos.

Pero si uno está dispuesto a ponerlo en duda, no a decir que es posible ni que no lo es, si uno está dispuesto a indagar y comprobarlo por sí mismo, entonces se emprende el camino de la solución. Que la hay. Porque todo sufrimiento tiene solución.

Acabar con el sufrimiento es un reto complejo que sólo se puede afrontar si tratamos de comprender las causas de ese sufrimiento. Pero no las causas externas que desencadenaron el dolor, hay que desvelar las causas psicológicas. Para comenzar esta tarea, primero uno debe darse cuenta y reconocer que tiene conflictos sin resolver. En ese sentido, el malestar  o sufrimiento es el indicador de que algo en nuestra conciencia está pendiente de ser comprendido y resuelto.

Habitualmente acumulamos los problemas, es decir, buscamos una salida rápida que deja el problema sin ser comprendido. Por ejemplo, uno ve que es inseguro y quiere que esto cambie. Se propone no ser inseguro, se lo niega a sí mismo, o se convence de que no va a volver a serlo y trata de reprimir sus emociones. En realidad, debería descubrir qué le empuja a ser inseguro, qué es la inseguridad, por qué surge, cómo se manifiesta…, no debe tratar de ser seguro, debe resolver la inseguridad.

Por otro lado, los buenos propósitos y la fuerza de voluntad pueden ayudar a superar una situación coyuntural, pero por sí solos nunca funcionan a largo plazo en el terreno psicológico, a lo sumo pueden cambiar el efecto de un problema por otro, ambos con una causa común que seguirá sin resolverse. Además, los buenos propósitos suelen conllevar una lucha contra uno mismo, lucha que acaba siendo un nuevo problema sumado al anterior.

Cuando se han intentado varios cambios de este tipo, buscando una solución rápida o que dependa de la fuerza de voluntad, y al comprobar que no dan resultado (pues tarde o temprano la fuerza de voluntad flaquea o las emociones reprimidas brotan con más fuerza), se suele llegar a la conclusión de que no se puede hacer nada. Pero eso es un grave error.

El verdadero cambio, la transformación de uno mismo es posible, pero hay que afrontarla en profundidad. Esto supone que, una vez que uno reconoce un problema, que es consciente de que sufre por un conflicto, no debe tratar de cambiarlo inmediatamente. Para reparar un coche, un buen mecánico explora las diferentes partes, piezas y funciones del automóvil, deduce de lo que va viendo, hasta que encuentra qué es lo que anda mal. Cuando ha comprendido a fondo el problema, lo arregla sin dificultades. Nosotros debemos hacer lo mismo, tenemos que aprender a investigar sobre nosotros mismos y comprender a fondo nuestro ‘funcionamiento’. Debemos aprender sobre nuestro constructo de ideas y hábitos de pensamiento, nuestras emociones y nuestro comportamiento. Hecho esto la solución vendrá por sí sola.

En el terreno psicológico, para poder vivir los hechos que nos acontecen de otra manera, hay que ir al origen de las respuestas, del comportamiento, emocionales y mentales. Perdiendo el miedo a lo que se siente y siendo consciente de lo que se piensa, para entender lo que aún no se entiende.

En el próximo artículo hablaremos sobre cómo aprender.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.