Son los números los que están hablando. Ya ningún economista dice que la reforma laboral ha mejorado el mercado de trabajo.
Los números demuestran todo lo contrario: El paro en España supera el 25% por primera vez en la historia, el desempleo ha crecido hasta los 5.778.100 de desempleados…
España destruyó 96.900 puestos de trabajo durante el verano, la época más propicia para el empleo, en un país denominado ‘turístico’. Uno de cada cuatro trabajadores está en paro.
El mayor error de la reforma laboral ha sido centrarse en el abaratamiento del despido. El empresario español lo que quiere cuando tiene problemas es poder reducir plantilla. Lo importante para la Patronal son los beneficios, por ello no tiene escrúpulos en trasladar sus fábricas a los países emergentes para abaratar costes salariales, y sólo mantiene en España los títulos empresariales, para recibir subvenciones del Estado por los pocos empleados que mantiene en sus líneas de distribución.
Al mes de la entrada en vigor de la reforma de ley, en un 7% aumentaba el desempleo en nuestro país. Más del doble que la zona euro.
El principal objetivo de la reforma laboral ha sido promover una devaluación interna por medio de un ajuste salarial a la baja, que pretendía mejorar las exportaciones. Este razonamiento supone confundir erróneamente los efectos de una devaluación interna con los de una devaluación del tipo de cambio. Error que a su vez incluye otro: considerar los salarios como un precio más, sin darse cuenta de que la disminución salarial disminuye el consumo interno y arruina a las pequeñas y medianas empresas, las únicas empresas verdaderamente creadoras de empleo en nuestro país. Además, grabadas con mayores impuestos y sin ninguna clase de ayudas estatales, todo lo contrario a las consideraciones que recibe la Patronal de parte del Estado, que fabrica en países orientales y no tiene escrúpulos en decir que es normal ‘colocar’ sus beneficios en paraísos fiscales.
