Un compromiso firmado entre el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, la FAO y la Federación de Industrias del Estado de SÁ£o Paulo (28 febrero), reavivó la discusión sobre las metas de biodiversidad establecidas por el Protocolo de Nagoya, firmado en 2010 para regular el acceso a los recursos genéticos y la distribución de sus beneficios.
En el encuentro, las tres instituciones discutieron la implementación de objetivos para reducir la pérdida de biodiversidad y la necesidad de que Brasil ratifique el protocolo, tal como lo han hecho países con alta biodiversidad, como India, México y Sudáfrica.
Brasil ha manifestado disposición a ratificarlo este año. La demora se debe a la falta de consenso sobre la aplicación de nuevas reglas para el acceso a los recursos genéticos y al conocimiento tradicional asociado por parte de las instituciones de investigación y desarrollo.
Los agricultores brasileros argumentan que tras la ratificación del Protocolo de Nagoya el sector quedaría sujeto a las reglas establecidas por los países de origen de las especies usadas por el agronegocio.
Dado que Brasil es un importante actor internacional en el comercio de materias primas, depende de los recursos genéticos de otros países. Por ejemplo, la soja y la naranja, originarias de China.
“La preocupación de los agricultores es si el protocolo facilitará el acceso a los recursos genéticos o creará obstáculos al comercio. De hecho, lo facilitará”, explica a SciDev.Net Braulio Dias, secretario ejecutivo de Conservación de la Diversidad Biológica de la ONU.
La directora del Departamento de Patrimonio Genético del Ministerio de Medio Ambiente, Eliana Fontes, señala que el acceso al patrimonio genético es una actividad que incluye investigación o desarrollo tecnológico, y por tanto, no afectará al agricultor.
“Como el agricultor no investiga, no tendrá que repartir los beneficios”, argumenta.
Carlos Alfredo Joly, profesor de la Universidad Estatal de Campinas, afirma que el marco regulatorio brasileño sobre biodiversidad requiere cambios. “Actualmente, las exigencias para trabajar con recursos genéticos son enormes al inicio del proceso, lo que endentece la investigación básica en esta área”, explica.
Agrega que el país vive una paradoja, pues tiene una rica diversidad biológica, pero importa la mayoría de los medicamentos desarrollados a partir de moléculas y procesos biológicos.
“El tema tiende a ser más complejo en los países con comunidades indígenas y tradicionales”, dice el profesor de la Universidad de SÁ£o Paulo (USP), Paulo Kageyama. Uno de los problemas, afirma, es identificar el origen de un conocimiento tradicional que generalmente es compartido por muchas naciones indígenas”.
A la fecha solo 19 países han ratificado el Protocolo de Nagoya, y se espera que más de 27 lo hagan hasta 2014.
Bruno de Pierro
SciDev.Net