Estamos viviendo una de las crisis Institucionales más graves que haya sufrido nuestro país en muchos años y lo peor es que nadie hace autocrítica y se pasan la bola de unos a otros o ponen el ventilador con el “tú más que yo”, sin querer darse cuenta que la estructura política se ha viciado y se ha hecho insostenible.
La mayoría absoluta de Gobierno ha puesto en evidencia que es posible Gobernar de espaldas a una realidad social que no tiene otro remedio que manifestar su descontento en calles y plazas.
La extrema izquierda, que ya durante la II República demostrara su radicalidad a todo lo que no sea un Gobierno totalitario, ha encontrado en la rabia popular un caldo de cultivo para conseguir los apoyos electorales que en tiempos normales no hubiese conseguido; y propone la III República como fórmula milagro para nuestros males, aprovechando un momento crítico de la Corona debido a un ‘familiar por alianza‘ que se creyó más poderoso que el mismo Rey.
Pero la crisis institucional viene dada principalmente por la insensata forma de actuar de los Partidos Políticos. El apoyo incondicional a sus dirigentes, sean buenos o malos, a quienes apoyan como un castillo de naipes (ya que si cae la cabeza se acaba el chollo, se terminan miles de cargos privilegiados, puestos de salida en listas electorales, asesores, auxiliares, oficinistas, telefonistas que llegan a Ministros), gracias a su lealtad no al ideario del Partido, sino a las personas que lo dirigen, a las que les permiten cualquier barbaridad (como 11 cargos en empresas públicas a sus esposas, cargos de confianza a toda sus familia…); esas cosas que hasta ahora la ciudadanía tomaba a cachondeo, y que con la crisis toma tintes dramáticos, ya que se tragan el dinero de los contribuyentes que debería ir a la creación de empleo.
Si miramos las bancadas de las diferentes cámaras de representación ciudadana, veremos desde hace años las mismas caras, pertenecientes a todos los Partidos, desde la extrema izquierda a la derecha, pasando por los nacionalistas. No, no es que sean los mejores, son simplemente quienes han conseguido una estructura, muy parecida a la de la mafia, dentro de sus Partidos para ser siempre ellos los elegidos.
Muchas propuestas de todos, pero nadie da el paso decisivo para el cambio político necesario en nuestro país. La milagrosa extrema Izquierda, tiene la fórmula para que cambiar todo sin que cambie nada: La III República.