Los gobiernos de España y de Europa, son como ya sabemos, siervos de los poderosos que no pueden, no saben y además no quieren- por supuesto- fomentar el cooperativismo, llevar a cabo una política de ocupación de latifundios improductivos por los trabajadores en paro, aumentar los impuestos a los ricos, perseguir los fraudes fiscales, desmantelar sus llamados “paraísos”, obligar a los bancos a dar créditos a las PYMES y empresas familiares, proporcionar salidas laborales a los jóvenes de todas las categorías laborales que se ven obligados a emigrar, promover el uso de energías no contaminantes y programas de economías sostenibles dentro de una filosofía conservacionista en lugar de ultraconservadora, acabar con el insostenible gasto militar y clerical y otras medidas ( como facilitar el desarrollo rural) que pudieran evitar- si ese fuese el propósito- el derrumbe final del llamado estado de bienestar a nivel europeo y en primer lugar español, pues aquí el paro es imparable.
No se hacen programas de ayuda para facilitar el regreso a los núcleos rurales de los jóvenes que tuvieron que emigrar buscando en la ciudad un empleo del que ahora carecen y que podrían rehabilitar las casas de sus abuelos y recuperar el campo, que podría ser repoblado además por inmigrantes y desempleados con los que se conseguiría agrandar los espacios rurales, proteger los bosques de incendios, y los terrenos públicos de la invasión del ladrillo, aumentar los servicios de todo tipo en esas zonas y crear así más desarrollo agrario y social y riqueza nacional, junto a la resolución de muchos de los problemas sociales actuales, uno de los cuales, y acuciante, es el paro juvenil en un contexto general de aumento imparable del desempleo en toda Europa.
Lo que llaman “políticas de austeridad” estos gobiernos sicarios del gran capital no es otra cosa que un programa diseñado y estructurado para conducir a los pueblos paulatinamente a una pérdida de todos los derechos sociales y laborales adquiridos en décadas de reivindicaciones por una justicia social. Y a la vez, se trata de desmantelar los servicios públicos antaño gratuitos para cederlos a capitalistas privados, con lo que ahora cada vez se pagará más por servicios hasta ahora gratuitos, como la educación, la sanidad, las comunicaciones, etc. La excusa oficial es que esos servicios son caros. Lo serán, sin duda, pero los venimos pagando con nuestros impuestos desde hace mucho. Y aún podrían ser mejores si los dirigentes políticos y sus subalternos fuesen honrados. Pero la excusa de que no son rentables es una burda mentira para colocar en ellos a los amigos ricos de cualquier parte del mundo y hacernos pagar ahora por algo que antes era gratis, sin dejar, eso, sí, de pagar impuestos y cada vez más. En esto vemos cuán descaradamente está en vigor ese plan multinacional de empobrecernos sistemáticamente con la complicidad de nuestros inútiles y corruptos políticos.
Para ellos existe una solución generosa, desde luego. A nosotros nos hablarán de cifras macroeconómicas, de primas de riesgo, de que la bolsa sube o baja, pero la economía real, es la que vale, y esa es la nuestra, con la que cada ciudadano tiene que hacer sus cuentas. En lugar de eso, cada Estado capitalista, como el español, favorece a los mismos que desestabilizan la vida económica y envenenan la vida social. En lugar de eso, cada Estado, como hace el español, apoya las energías sucias de los hidrocarburos, las energías “terminator” nucleares o térmicas y se niega a seguir el camino de la economía sostenible porque eso exige un cambio de mentalidad en un doble sentido: hacia el anti consumismo y la austeridad, pero en el uso de recursos, y el renunciar a los millones de beneficios que obtienen con sus industrias destruyendo el medio ambiente.
La salida hacia una economía autosustentable sería para el capitalismo, y para España en concreto, como la estaca en el corazón para los vampiros. Así que en lugar de eso se ignora el asunto con la política del avestruz. En lugar de eso y de nacionalizar bancos e industrias rentables y posibilitar la participación directa de los pueblos en la gestión de sus recursos y en las decisiones de Estado que afectan al interés general, se persigue a los grupos anticapitalistas que denuncian el fiasco de los gobiernos como si estos grupos fuesen apestados sociales, sospechosos de vandalismo o terroristas. Y acusan precisamente ellos, los creadores de la injusticia global, del terrorismo y de sus secuelas mundiales. Entre tanto no se deja en paz a los grupos ecologistas obstaculizando sus acciones de protesta y denuncia, mientras -¡en una pretendida democracia!- se silencian las voces apenas existentes de sindicalistas no corruptos.
Ahora molestan extraordinariamente los que recuerdan a los demagogos de las democracias capitalistas con todos sus partidos de derechas y de la izquierda amaestrada los derechos que no cumplen y los derechos de la verdadera dignidad humana, que es de origen divino, al contrario que el poder de los reyes, o el poder del Estado en general, ambos de origen violento, y por tanto injusto.
De cualquier manera, de seguir este camino que no parece tener un stop en parte alguna, se llegará irremediablemente al tsunami del crack total y tendremos que replantearnos la vida de manera más acorde con las leyes de la naturaleza, las leyes de la convivencia y cooperación altruista y las leyes divinas, pues todo esto está– o debe estarlo para una sociedad civilizada- muy por encima de las leyes del mercado y sus consecuencias. Desde luego, de haber seguido esos principios no estaríamos en esta situación que no cesa de agravarse.
Ojalá que este tsunami nos conduzca a ver la necesidad de un nuevo paradigma mundial sobre la forma de entender nuestras vidas en todos sus aspectos y nos aliente a transformar el mundo que hoy soportamos en un mundo en el que deseamos vivir nosotros y nuestros hijos basándonos en la idea de fraternidad universal y de resistencia no violenta, pero sostenida con firmeza -cada uno según sus posibilidades- contra este Nuevo orden Mundial del Imperio de Taifas de las grandes corporaciones y sus siervos.