Economía

Desigualdad fiscal

Normalmente se suele entender que las obligaciones con Hacienda, que somos todos, han de ser compartidas en la misma medida por todos los españoles, en cualquier lugar donde resida dentro del territorio español. Lo contrario sería un acto de injusticia ¿por qué unos deben pagar o aportar menos que otros? En principio reconozco que esto sugiere una gran verdad, sin embargo, si lo examino un poco más en profundidad no termina de convencerme pues ¿por qué las autonomías donde se gestionan mejor deben castigar igual a los ciudadanos que las peor gestionadas? interesante pregunta. Además, ¿son los impuestos un bien nacional, patrio, como el idioma o un monumento histórico, o simplemente son un mal necesario para mantener ciertas estructuras útiles a las sociedad?

impuestos

Impuestos. Foto:: Alan Cleaver

Como enseguida reconocerá el lector, no creo que los impuestos -ni cotizaciones sociales, ni tasas…- sean algo de qué presumir, tampoco son un símbolo de la unidad nacional en absoluto. La cultura es que la comporta tal papel unificiador e identitario con la nación, antes bien, los tributos no son para con la nación sino con el Estado español. En otras palabras, sea la unidad de la nación española, indivisible si se quiere, o en su pluralidad también, no se reviste ni caracteriza por la tributación sino por elementos que las gentes y la historia han forjado en este territorio. El Estado solo es una organización que desempeña una serie de labores sociales, políticas y económicas. Puede ser muy importante -y lo es- pero no es la nación. De esta suerte, los impuestos merecen una visión técnica en su gestión y no patriotera ni menos nacionalista.

Aquí es donde tenemos buenos ejemplos y malos ejemplos. Normalmente, se identifica menos presión fiscal con: roba de los otros para financiarse y viceversa, santas Madres Teresas de Calcuta, a los que pagan más impuestos para beneficio ajeno. Pues desliemos el nudo gordiano, o el árbol, que nos impide ver el bosque. Si una autonomía se financia con menos impuestos y con eso provee lo que legalmente se exige ¿es eso bueno o malo? Sin duda, es señal de buena gestión y de buen hacer con los ciudadanos. Asimismo, la que peor se gestione igual exige mayores obligaciones con Hacienda: sea pues. De esta manera sus ciudadanos advertirán el despilfarro más que probable de sus dirigentes políticos y repensarán seriamente su reelección. Ahora bien, como atisbé en el comienzo, la igualdad fiscal conviene en, gestiones mejor o peor, paga por igual o, lo que es equivalente, si gestionan bien los políticos no obtendrán premio, donde gestionen bien, las responsabilidades de los políticos serán diluidas en amnistía. Los ciudadanos no podrán descubrir los subterfugios de las gestiones, ni para bien ni mal, y sazonarán eterno perdón. Habría que aprender un poco.

Al cabo, en el fondo del asunto, los impuestos son un mal necesario en la sociedad actual, no un bien al cual aplaudir. Imagínese: usted trabaja y en vez de cobrar en dinero con tanto y sonante, para el cual usted decidirá su uso libremente, usted recibe bienes en especie solamente aun por el mismo valor que en dinero. Bien, con los bienes en especie no les permitirán elegir qué adquirir ni cómo resolver sus necesidades de acuerdo a sus preferencias, sino, será un despotismo de lo que su patrón desea para usted. Igual le dona un vale de comida en Mercadona, le alquila un automóvil Opel y un apartamento con X características. Es una dictadura. Eso es lo que sucede con los impuestos. Los impuestos los usa el Estado despóticamente en los usos que cree convenientes cuando es dinero ganado legítimamente por usted. No creo que eso sea preferible en absoluto. Por eso, los impuestos son males necesarios en la sociedad actual, que sacian la necesidad de algunos bienes colectivos y de cierta cohesión territorial, así como, en menor medida, necesidades sociales urgente.

¿Un ideal? Sí, llegar a que no se necesiten.

Dicho esto, y sin escaparme ahora en delirios utópicos o de empalagosa teoría, en rigor, si deseamos una sociedad eficiente y donde los poderes públicos sean prudentes u honestos, los ciudadanos deben saber cuánto les cuesta mantener las prestaciones públicas. La única forma, libertad fiscal por regiones, y sobre todo, mucha menos tolerancia con los incumplimientos. Sí, es un mensaje a algunos partidos que quieren realizar la unidad fiscal española. No puedo estar más en desacuerdo. No solo es algo que, técnicamente, comprendo incorrecto, sino que colma una inmoralidad social: premio a los malos, castigo a los buenos. La unidad fiscal, en suma, tiene por único incentivo reducir la envidia de las comunidades con peores políticos con las que conviven con la suerte de algunos menos malos (o buenos, quizás existan después de todo), pero a costa de de una injusticia de dimensiones bíblicas…

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.