El alcoholismo no viene de la botella, sino de la persona y, para liberarse de éste, hay que abrir todo el corazón, ya que el alcoholismo solo se cura reconociendo la enfermedad, con un tratamiento adecuado, con mucha paciencia y con mucha comprensión.
Tenemos que darnos cuenta de que beber solo lleva a dirigir nuestras vidas hacia el sufrimiento y la soledad, porque el alcoholismo es la enfermedad del sufrimiento, de la mentira, del ocultamiento y de la soledad.
No hay persona en el mundo que se sienta más sola que el alcohólico. Á‰ste se aísla de la familia y vive en su mundo irreal, sin saber el daño que está haciéndose a sí mismo y a los demás. Pero no hay que ser un enfermo alcohólico para sufrir sus terribles consecuencias, porque también los familiares las sufren, llegando a enfermar mucho más que el propio enfermo alcohólico.
Tenemos que tener en cuenta que todas las drogodependencias y adicciones son una enfermedad, que ni la persona que la padece, ni los que están a su alrededor, la han buscado conscientemente, de modo que aquí no hay culpables, porque nadie es culpable de su enfermedad.
Tienes que reconocer tu enfermedad para poder ayudarte.