¿Qué causas llevan al abandono de los gustos culturales y las prácticas? ¿Por qué productos y estilos que ayer estaban tan de moda hoy han desaparecido? Estas mismas preguntas son las que GaÁ«l Le Mens, profesor de la Universidad de Stanford que pronto desembarcará en la Pompeu Fabra trató de responder junto a Jonah Berger, de la Universidad de Pennsylvania en el artículo How adoption Speed affects the abandonment of cultural tastes, publicado recientemente en la revista PNAS.
Aunque la investigación tiene un trasfondo mayor sobre cómo la masa de ciudadanos sustituyen rápidamente a sus becerros de oro, Le Mens y Berger se centraron en un aspecto muy específico de las modas: los nombres que la gente adopta para sus hijos. Según afirma el investigador francés, “el objetivo era evaluar el efecto de un cambio de popularidad en una ‘cosa’ con identidad relevante, y digo ‘cosa’ porque creo que estos mecanismos y dinámicas pueden aplicarse a otros patrones” además, claro está, del de las actitudes de los potenciales padres hacia el nombre de sus retoños.
Los investigadores partían de una hipótesis clave: a la gente no le gustan las modas pasajeras para objetos con una identidad relevante, “como pueden ser la ropa, aparatos electrónicos, tipos de coche o frases tipo latiguillo”, afirma Le Mens. El motivo de esto es que al público no le gusta ser visto como si siguieran a la masa, y si alguien adopta una moda que más tarde se revela pasajera, esto es visto como si hubiesen seguido a la masa de una forma no muy inteligente. El académico de Harvard Stanley Lieberson demostró la tendencia, especialmente de los individuos occidentales, de volverse más individualistas y expresar su singularidad”.
Esta idea se hace más fuerte cuando hablamos de objetos que expresan identidad. La literatura previa al estudio de Le Mens y Berger indicaba que la elección de un nombre es a menudo una decisión por la que las personas acaban expresando su propia identidad. “Por lo tanto”, dice Le Mens, “anticipábamos que los nombres con aumentos más rápidos de popularidad pasarían antes de moda”. Sin embargo, diseñar el estudio requería de una evaluación rigurosa de la hipótesis. Los investigadores utilizaron un registro histórico de adopciones, unos datos exhaustivos y fiables.
De acuerdo con GaÁ«l Le Mens, “como no podíamos observar los gustos de los padres que hacían el nombramiento en el registro histórico, decidimos iniciar una encuesta entre futuros padres donde evaluábamos directamente su actitud pidiéndoles una lista de plausibles nombres de pila. En ella, esperábamos que los nombres que se hacían populares más rápido fuesen menos deseables para los padres, y eso es precisamente lo que encontramos”.
Por tanto, la hipótesis quedaba validada: cuanto más rápido se hace popular un nombre, antes desaparece la moda, pero se desconoce qué factores afectan a esta rapidez. Según Le Mens, “no hemos tratado explícitamente de averiguar por qué algunos nombres se hacen más populares que otros. Como suele ocurrir, hay un alto grado de aleatoriedad en lo que será exitoso o no: piense en las canciones o los artistas, es básicamente imposible predecir cuál se convertirá en un éxito o en una estrella”.
“Por otro lado –prosigue el investigador- sí hemos tratado de explicar cuánto tiempo persisten estas modas en los nombres, evaluando el efecto de la velocidad de adopción (popularidad) así como otros factores; su popularidad máxima en el pasado, su popularidad acumulada o su edad, es decir, el tiempo que un nombre determinado lleva estando ahí”.
La interesante contribución de estos investigadores al fenómeno de las modas pasajeras esconde sin embargo algún interrogante, como descifrar la lógica interna que sigue el colectivo para que un nombre o una marca se vuelva popular, considerando además que aquello que se vuelve popular rápidamente tiene los días contados. Para Le Mens, “aunque no era éste el objetivo de nuestro trabajo, podría explicarse con que existen, al menos, dos factores para que algo se haga popular: el gusto y la conciencia. Para elegir un nombre, los padres tienen que ser conscientes de que existe. Los nombres totalmente nuevos y únicos son utilizados con frecuencia, al menos en EEUU, pero muy pocos se vuelven populares, por tanto, es la popularidad lo que da visibilidad a un nombre, en otras palabras, lo ayuda a ser considerado por los futuros padres como un candidato potencial, lo que explicaría por qué algunos nombres se vuelven populares entre la población a pesar de que la popularidad tienda a ser repulsiva a nivel individual”.