Ninguna energía se pierde
Esto también tiene validez en lo referente al fallecimiento de una persona, pues en base a su vida terrenal, es decir, en base a los contenidos de su forma de sentir, pensar, hablar y actuar, tras la muerte el alma será atraída por los ámbitos correspondientes del Más Allá que concuerdan con la conducta que tuvo el ser humano.
Deseos, pensamientos, ideas y opiniones forman la matriz energética del nuevo lugar de permanencia del alma en el Más Allá.
No son las moradas de las que habló Jesús, son más bien los calabozos de la consciencia fabricados por uno mismo, que corresponden al mundo de imágenes y al carácter de la actitud interna con que el hombre cargó su alma durante sus días terrenales.
Cuando la persona fallece el alma se encuentra en el lugar que le corresponde según su evolución, es decir según su nivel de conciencia, ya que la absolución del cura no conduce a ningún alma al cielo.
Dogmas católicos
De hecho en estos universos paralelos se consuman procesos semejantes a los de la Tierra. Así en estos ámbitos se reúnen también los llamados canonizados, beatos y santos, también los miembros del clero donde permanecen hasta que reconocen que a la existencia eterna, al Reino de Dios, es posible llegar únicamente practicando las legitimidades de los Cielos, no los dogmas católicos.
Una vez reconocido esto tienen la posibilidad de proponerse alcanzar el Reino de Dios, el hogar del que un día partió el alma.
[Del programa: «La Reencarnación» que se emite por SophiaTV América]