Sociopolítica

A LA ORILLA DEL MAR

Me he venido a la orilla del mar para escribir este artículo con sosiego; puesto que el mar… el inmenso mar es como una inmensa sepultura de cadáveres que nunca fueron enterrados. Y por ello he venido a esta orilla de «uno de los pequeños» (así le canté en un largo poema hace muchos años y en este mismo lugar) para preguntarle si entiende algo de lo que los hombres promueven para luego nada. ¿O sí? Sí; los perversos no dan un paso en balde y siempre van buscando el interés más miserable; aunque algunas veces… «provocan nubes y por ello les llegan tempestades que acaban con ellos».

Le he preguntado hoy muchas cosas al mar y como siempre… él sigue su continuo roer en la playa donde estoy y sólo me llegan sus murmullos; hoy está tranquilo, pero seguro que se está riendo de mí… quizá mucho más de «los otros a los que luego me refiero». El sabio Mediterráneo es así… «ha visto tantos hombres y de tantos colores de piel». Por ello le pregunto y me pregunto.

¿Cuántos huesos componen el cuerpo completo de un ser humano? Dicen que 206; si bien yo no los he contado; pero sí se que cuando un cadáver ya es solo osamenta y han pasado muchos años, esos huesos se disgregan y separan… lo he visto más de una vez al remover los huesos en una «reunión familiar en un cementerio». ¿Pero por qué hoy hablo del mar, de cadáveres, de huesos o restos óseos?

Le he venido a contar al mar (él ya lo sabía) que mi padre fue muerto fusilado y como tantísimos otros (miles y miles, decenas de miles) fue tirado en una fosa común, en «comunión» con otras docenas de desgraciados, que en ambos bandos fueron aniquilados así, por las denominadas fuerzas de izquierdas y de derechas o «de derechas e izquierdas»; me da igual… tan canallas y asesinos hubo en un bando y en el otro que sería difícil el contarlos y registrarlos a todos en un enorme archivo, para vergÁ¼enza del resto del mundo.

Aquello ocurrió en la última y más sangrienta guerra civil española (hubo antes otras muchas en este sanguinario país) y sobre todo en la década de 1930 a 1940 (y después: lo que es menos explicable); las tierras, los barrancos, las playas, las inmundas prisiones, las tapias de los cercados y de los cementerios, fueron manchadas con tanta sangre y tanta violencia, que horroriza rememorar todos aquellos horrores… quizá por ello, yo y siendo más niño que hombre, decidí encerrar en mi alma mis penas y dolores y dejar al Sumo Hacedor, que hiciera Á‰l su Justicia; en la seguridad de que la haría… sigo creyendo en Dios y en lo que dijo Jesucristo… «El que a hierro mata a hierro muere». Y aunque no he olvidado ni podré olvidar si mil años viviera… decidí «enterrar todo» y no pedir cuentas a nadie y aquello hace ya muchos años… nunca pensé en la venganza… «en las guerras sale lo peor de cada ser y lo que realiza ya lo sabemos por tantas y tantas guerras y tantas y tantas tropelías; por ello mejor dejarlo enterrado todo».

Iluso, pensé que el tiempo que es el olvido (alguien lo cantó así) haría a los demás hacer lo que yo hice, en épocas en que aún se fusilaba gente en España; la pena de muerte no fue abolida hasta muchos años después.

Pero no… ya llevaba enterrado Franco más de treinta años, cuando surgieron desde «los infiernos» (supongo) las voces de que había que desenterrar a los muertos y junto con ellos (que es lo que se buscaba y busca) desenterrar igualmente, rencores y odios, dormidos por cuanto interesa ello a esos nuevos necrófagos que se dicen progresistas y que como no saben gobernar, han de buscar todos los medios por perversos que sean para simplemente, asegurarse su permanencia en un poder político que a la vista está; no saben desempeñar y aparte de empobrecernos a la mayor parte de españoles, pretenden (los malditos) que se muevan aquellos horribles rescoldos, para no sabemos si es que de nuevo… «nos quieren llevar a las trincheras guerracivileras»; aunque hoy los combatientes serían los nietos o biznietos de aquellos asesinados hace entre setenta y ochenta años. No lo entiendo ni nadie «con dos dedos de luz» lo entenderá. Menos mal que los hipotéticos combatientes, los jóvenes de hoy, desprecian tanto a la asquerosa política que han visto y están viendo, que dudo los convenzan a coger las armas para combatir y menos contra otros jóvenes de su misma patria.

Ya han removido muchas tumbas, bajo el pretexto de que sus deudos (no todos puesto que supongo que muchos nos duele hasta que nos hablen de ello) lo han pedido. Los huesos del más famoso de «sus muertos» (Federico García Lorca) inteligente y piadosamente, la familia se niega a que remuevan lo que se cree es su tumba. Pero aún siguen los que ya digo, sólo piensan en su panza y su bolsillo y a la vista está la grandísima corrupción que inunda la política actual y en la que pocos «partidos» son los que no se han pringado en algo o mucho de tanto sucio como estamos padeciendo los españoles en esta nueva época… y que dicen democrática, siendo ello una mentira más; aquí no hay nada más que dictadorcillos y seguro que aspirando a ser plenos dictadores.

Ahora tratan, nada más y nada menos de que «los huesos» de no sé cuantos miles de muertos de aquella guerra, que fueron sepultados «como  se sepultan o guardan cualquier mercancía a granel»; en unos depósitos contiguos al lugar donde sepultaron a Franco (que según datos históricos no era su deseo estar allí sino en la residencia de El Pardo y donde vivió cuatro décadas)… digo que tratan, no sólo de sacarlos al aire «libre» sino también clasificarlos y que cada muerto pueda ser reclamado por sus deudos y que lo trasladen a donde quieran; todo ello pagado con dinero del contribuyente.

¿Pero cómo se puede realizar la clasificación de muertos con 206 huesos cada uno y todos revueltos como en un silo están revueltos los granos de trigo? ¿Es posible ello? ¿Y si es posible… cuánto dinero se necesita y cuántos años? ¿Cuántos médicos especialistas son necesarios para todo ello y qué tipo de instalaciones? Y todo ello ¿para qué? Solucionará ello la ruina que nos han propiciado «estos necios desenterradores».

Estos «desenterradores» a parte de perversos es que están «mochales», como aquí decimos para clasificar a cierto tipo de locos. Pero no están locos, simplemente están sedientos de poder, aunque luego de logrado no sepan que hacer con él, salvo ya digo, saciar al máximo «su panza y su bolsillo» y por descontado creerse que son algo y lucir su ego como «dioses renacuajo».

Recordemos que España en la actualidad es la más castigada por la crisis económica y debido a la inutilidad de los gobernantes que no supieron controlarla y en especial en los cinco años en que soportamos al nefasto y devastador (principal desenterrador de muertos) José Luís Rodríguez Zapatero, el que pasará a la historia del España, por tantas cosas nefastas que asombrarán a las generaciones venideras. Pero no dimite y menos convoca elecciones y se va.

Sí… decididamente sí… «España es diferente» (eslogan del franquismo para promocionar el turismo español con gran éxito) y lo estamos viendo con «esto de los muertos y clasificación de sus huesos».  Ya y de la España actual, se ríen hasta unos piratas del Ándico y que aún analfabetos la mayoría, saben que esta nación apenas pinta ya nada.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.