A LA PUNTA DE LA NARÁS LE SALIÁ UN PANARÁS. Del refranero sefaradí.
Las indefiniciones de Obama han tenido y están teniendo efectos colaterales. Nunca la política de un presidente norteamericano creó unas expectativas tan exageradas y nunca unas expectativas presidenciales cayeron en una desilusión, desconfianza, susceptibilidad, prevención, recelo o reticencia tan brusca y rápidamente como en el caso del actual Presidente, si excluimos las creadas en torno a Kennedy, trágicamente frustradas a pesar suyo y nuestro. Pero habría que separar de tal deterioro el doméstico del internacional, y este último subdividirlo en estratégico y no estratégico.
En el plano interno, a Obama la niña le salió respondona y constatando está que poner en práctica lo discurseado es harto difícil y que su exportada y bien aceptada política buenista ni siquiera en su salón comedor es aceptada.
Es más allá de las fronteras, marítimas y terrenas, donde a Obama se le presenta un complicado horizonte, por la evidente blandura de su dedo índice al denunciar indubitadamente el armamentismo nuclear de Irán, el cambio de cromo en su relación con Israel, otrora incuestionable y firme, y los países árabes que le niegan el reconocimiento; la enconada fístula nuclear abierta entre las dos Coreas, el quiero y no puedo un Afganistán radicalizado y corrupto, y su escaso compromiso a la hora de levantar definitivamente el cerco a Cuba, con una ciudadanía en una ya preocupante situación de pobreza, si no miseria, ya cuestionado con seriedad en el seno de la OTAN, dada la incongruencia que supone mantenerlo mientras se agilizan las relaciones con otros regímenes aún más dictatoriales y sanguinarios.
Todo parece indicar que los diablos residentes se han asentado en la Tierra a la espera del definitivo gesto de cansancio o impotencia de USA. Ya avisaron en Europa con la creación de un Estado en cartón-piedra: Bosnia-Herzegovina; en Oriente Medio, con el creciente fortalecimiento del gobierno paralelo de Hizbollá y las provocaciones de Irán, mientras saca brillo a su cohetería atómica y convencional. ¿De qué serviría al respecto llegar a un acuerdo definitivo con Rusia en el START si países inestables y no democráticos como Corea, Irán y otros (alguno no muy lejano) que están a la espera, van ingresando en el Club impunemente? En el terreno de lo más concreto y aireado, el asunto que desde hace décadas consideran en Occidente como el principal generador de males en el mundo es el contencioso de Israel con la representación de los árabes residentes en Judea y Samaria. Al parecer y según los razonamientos de los sesudos políticos y comentaristas, europeos especialmente, las llamadas “construcciones en asentamientos israelíes” han provocado las matanzas inter-étnicas e inter-religiosas en Sudán, Nigeria, Irán, Pakistán, India, Afganistán, Irak, Chechenia y los conatos de China. El mundo, son sus comentarios, está convulso por culpa de Israel y su “empecinamiento” en exigir negociar con los representantes de un colectivo sin divisiones internas y que lo reconozcan como lo que es, el Estado Judío, su “empecinamiento” en considerar a Jerusalén como su capital indivisble, su “empecinamiento” en seguir dotando al área metropolitana de su Capital de las necesarias infraestructuras para su defensa, de la necesaria esponjosidad residencial que su crecimiento demográfico necesita.
Que la UE espera una mayor definición yanqui en estos temas es visible, pero que desde el 11-S los EEUU tienen miedo, es más evidente. Israel como primera línea defensiva de Occidente ha sido parcialmente superada y la Casa Blanca es consciente de ello. El resultado es tratar de cerrar la herida “palestina” y sobre la cicatriz erigir un estado musulmán. En detrimento de lo que sea.A pesar, incluso, de la seguridad y viabilidad futura de Israel Judío, porque para la asesoría de Obama esa primera línea defensiva es fácilmente desplazable a la Zona Cero. No es creíble, por otra parte, que preocupen en exceso los dudosos cambios de humor en la población árabe-musulmana mundial debido a la no resolución de los problemas en Oriente Medio, puesto que en sus respectivos países, a sus mandatarios les ha traído al pairo y no ha sido óbice para que hayan estado desde siglos sobreviviendo en la más absoluta de las miserias. Así que reconozcamos de una vez por todas que la llamada “causa palestina” les importa un bledo a los países musulmanes, en tanto sea un movimiento de resistencia o liberación de unos hermanos en Alá. Lo que realmente les motiva es que sea un movimiento contra Israel. De ahí la impunidad con que se mueven los grupos terroristas por el mundo musulmán.
En Occidente se insiste en que la vía rápida sería la presión de EEUU sobre Israel, tanto en el asunto de la construcción en asentamientos como en el reforzamiento de la posición de Mahmoud Abbas en sus propias instituciones y la colaboración en temas de seguridad. Pero nadie propone ninguna medida para eliminar el sangriento desacuerdo entre Fatah y Hamás, quizás porque el mismo sólo preocupa en Israel y, más concretamente, a sus ciudadanos en línea de tiro.
Haim.
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