Su despido ha sido declarado nulo y hasta dos veces improcedente. Marcos, un “recurso humano” de la empresa Telefónica, inició una lucha que lleva desde hace más de un año a sus espaldas, con el apoyo de sus compañeros. Una huelga de hambre interrumpida, 115.000 euros de indemnización en el bolsillo que no quiere tocar y varias acciones protesta para llamar la atención de la opinión pública es el bagaje de su lucha. Ha sido víctima, bajo su punto de vista, de “un despido injusto e inhumano”. Además, ha tenido que sufrir en sus carnes la impotencia y el silencio de la lucha contra una de las grandes compañías españolas con más ramificaciones en tejido inversor y mediático español.
El camino de esta historia comienza el 4 de febrero de 2011 cuando le comunican que prescindían de sus servicios, y de los de su compañera Maricruz, “por no ser rentables”. Marcos llevaba unos meses de baja por una hernia discal. Y en la decisión, Telefónica afirmó no haber tenido en cuenta que su empleado fuese a presentarse a unas próximas elecciones sindicales. A partir de aquí, la ayuda de sus compañeros ha sido fundamental. Crearon un fondo de colaboración para completar su sueldo. Ya que el paro le llega sólo para pagar la hipoteca. Le acompañaron en la primera huelga de hambre que inició en las oficinas de Telefónica y lo harán en las siguientes. Quiere recuperar su dignidad y su puesto de trabajo. Y reclama su derecho y el de todos los trabajadores a elegir entre la reincorporación a su actividad o la indemnización.
El caso de Marcos es un ejemplo de las informaciones que se ven relegadas al ostracismo, día tras día, en los medios de comunicación. El control cada día es más férreo. Y el ahogo que sufren los periodistas es mayor a la hora de publicar artículos con tintes polémicos o intereses enfrentados. Como la columna sobre dicha protesta de la periodista Lali Sandiumenge en el diario La Vanguardia. Fue censurada y retirada por la dirección del periódico, que tiene importantes conexiones con el gigante de las telecomunicaciones.
El poder de las grandes multinacionales y su influencia en los medios de comunicación ha sido la tónica habitual durante los últimos tiempos. Además hay que sumar el cambio en las reglas del juego, ya que la crisis económica ha multiplicado las necesidades de financiación de los medios. Según un informe de INFOADEX, los periódicos ingresan por publicidad la mitad de lo que ganaban hace cinco años. El caso más llamativo es el diario EL PAÁS. En 2007 ingresaba 218 millones euros por publicidad. Los últimos datos de 2011 indican ganancias de 107 millones. Peor panorama se le presenta a El Mundo que en el mismo año ingresó, 47 millones o ABC, 42 millones. Por su parte, Telefónica es la tercera compañía en la clasificación de inserciones publicitarias por detrás de El Corte Inglés y ProcterGamble. Pero gestiona el mayor presupuesto, si se incluyen las partidas para este fin de sus accionistas mayoritarios y de sus importantes participaciones en medios como PRISA (El PAÁS) o Vocento (ABC).
A pesar de que la batalla mediática parece desigual, todavía hay esperanza para los más perjudicados. Marcos mantiene sus reivindicaciones junto a sus compañeros. Las empresas continúan en su afán por maximizar ganancias y silenciar molestias. Los medios, a punto de asfixiarse, tragan con lo que el financiero exija. Pero la solidaridad que han mostrado sus compañeros seguirá con Marcos, y con otros como él.
Sus historias se publicarán cada día en nuevos medios independientes que surgen en Internet. Lanzados por periodistas sin ataduras con los grandes núcleos de poder. El ciudadano si busca, tiene donde acudir. No todo está perdido.