Estamos tan identificados con la democracia interclasista y formal, simplemente democracia del Capital, que nos parece cosa normal que unos amasen fortunas a costa de las mayorías trabajadoras. Podríamos recurrir a los teóricos clásicos de la economía desde el liberalismo de Adams Smith hasta Keynes pasando por Bakunin y Marx para confirmar algo tan clásico como que el Capitalismo necesita crear ejércitos de reserva de parados. Y esto ¿por qué? Sencillamente porque si algo es consustancial al Capital es su objetivo: acumular riqueza. La avaricia.
Cientos de miles de millones duermen en las cámaras protegidas de los paraísos fiscales y los gobiernos lo consienten. Entonces ¿al servicio de quién están los gobiernos? Antes o después descubriremos que están al servicio de los acaparadores de riqueza. Es así de simple necesitan acumular riqueza porque son avariciosos. Esta ansiedad está presente en todas las épocas de la Historia de la Humanidad desde que existe la propiedad privada de la tierra, de los medios de producción y del Capital. Por lo tanto no debería sorprendernos.
Rajoy está al servicio del Capital. Toda su política consiste, y presume de ello, en pagar a los bancos alemanes y restablecer los caudales de los bancos españoles. ¿Por qué no ha hecho nada para crear puestos de trabajo? Está atrapado en su ideología capitalista y desde esa perspectiva no alcanza a entender que existen otras soluciones reales. Hoya viernes, 26, ha dicho que van a proporcionar 45 mil millones para impulsar a las pequeñas y medianas empresas. Busca la solución donde no se encuentra. Esta medida más bien parece que la ha tomado para premiar a los mismos empresarios que, utilizando la ley de despido, habían aprovechado para despedir a sus trabajadores y contratar a otros por cuarto y mitad. Parece una medida electoralista para mantener su base social, que la está perdiendo porque la está proletarizando. Y mientras tanto no quiere ni oir hablar de que el Estado intervenga, planifique e indique una política económica capaz de poner en movimiento la economía. Sólo piensa en los bancos, que sólo piensan en sus beneficios diarios.
¿Qué tiene que ver la avaricia y la propiedad privada con el paro y con el ejército de reserva de parados? Podría decirle que se lea a Marx o a Bakunin y lo acabará entendiendo, pero si le parecen muy antiguos se lo voy a explicar con las estadísticas modernas en la mano. Los parados es un mal negocio porque son millones de consumidores que al haber perdido su estatus dejan de hipotecarse y de producir riqueza para los avariciosos. Esta es su contradicción. Pero como prefieren dos cosas: acumular riqueza y destruir el poder de los trabajadores con el paro lo consiguen.
Consiguen aumentar sus beneficios porque, gracias al ejército de reserva de parados, los que trabajan, que siguen siendo muchos más millones que los que condenan al paro, reducen sus salarios. Vamos que trabajan por menos, se jubilan antes y pagan más impuestos. No dejamos de oír cansinamente, propagandísticamente, goebbelianamente en todos los medios afines al Capital, que deben ser el 99% al menos, a lo que escapa Internet, afortunadamente, que es necesario reducir el paro y que los jóvenes y los contratados empiecen ganando 400 €, como en Alemania, el paraíso de nazismo y hoy del Capitalismo sin divisiones acorazadas pero con aparato propagandístico goebbeliano. Pues para esto necesitan el paro para que asustados los que trabajan por el miedo estén dispuestos a trabajar, si es necesario las 24 hora al día y trabajando menos. Y si tienen que poner a sus hijos a trabajar gratis lo harán. Al tiempo. Rajoy no dice ni una palabra sobre el Estado como motor planificador de la economía. No porque no lo sepa, es que le interesa que se mantenga el ejército de reserva de parados porque eso es lo que interesa a sus amos.
Y esto por qué lo hacen ahora. Fundamentalmente porque no tienen miedo a la revolución. Estamos ideológica y organizativamente desarmados porque no hay alternativa política que denuncie el sistema de explotación capitalista protegido por las constituciones. Y no lo denuncian porque forman parte de él y se han creído que sólo existe una solución a la crisis que han creado los mismos que se benefician de ella, las finanzas. La solución sólo puede ser que la Banka acumule riquezas. Expropiando al pueblo y sus bienes, que por cierto son todos los servicios creados por el Estado de bienestar.
La tercera razón por la que se han lanzado a esta política de destrucción y privatización de los bienes nacionales, el Estado de bienestar, no es sólo porque se enriquecen, sino porque desarman organizativamente al pueblo y lo devuelven allí donde debería estar: a la pobreza. Ellos han debido hacerse las cuentas de que con los que queden trabajando tienen suficiente para seguir acumulando porque su otra fundamental fuente de ingresos no es otra que la de endeudar los Estados para que éstos dediquen sus presupuestos a pagar sus deudas. Es el negocio, tan viejo como la banca, pero el negocio del siglo: vivir a costa de los presupuestos. Que trabajen otros para que el capital siga acumulando. Y todo esto desde el Reich alemán, que ya no sé si será el IVº o el Vº. En cualquier caso durará 1.000 años. Con suerte.
¿La oposición qué hace? Cuando sepa dónde está se lo preguntaré. Lo primero que debería hacer, cuando se encuentre así misma, es un plan de económico con propuestas concretas y que se dejen de monsergas. Queremos un programa clara en el que se explique qué política económica van a aplicar para salir de esta situación. Nunca podrá ser en beneficio del Kapital sino en beneficio de los trabajadores y las clases medias que se están proletarizando a marchas forzadas. Esa base social que perderá la derecha.
Mientras nos enteramos de dónde está la oposición y si tiene alternativa, a mí se me ocurren varias propuestas: como principio ideológico pensar que no se puede hacer una política económica para beneficiar al Capital sino para fortalecer, ampliar y consolidar las conquistas sociales e individuales: los derechos individuales y sociales que, aunque la Constitución no los proteja, existen. Frenar el desmantelamiento del Estado de bienestar. Es la primera medida. Sería ideal quebrar, así acabaríamos con el capital. Pero mientras se lo piensan, otra medida elemental es que el Estado, retomando las iniciativas que se tomaron después de la Segunda Guerra mundial, actúe como impulsor e indicador de la reconstrucción económica. Porque estamos necesitados de una reconstrucción económica planificada y apoyada por y desde el Estado como motor de la economía. El Estado puede impulsar la reconstrucción en torno a dos ejes: la construcción de un sistema de comunicaciones entre África y Francia pasando por España bajo Gibraltar y los Pirineos e impulsando la oferta de viviendas a precios de costo a las familias europeas para que vengan a invertir y vivir en España como segunda patria y segunda vivienda. Tampoco hablan de esto. Mientras tanto impulsar las nuevas tecnologías relacionadas con las energías eléctricas.
La defensa del Estado de bienestar es la defensa de la propiedad pública, de los derechos individuales y sociales. No es ninguna revolución. Está en la Constitución. La misma que protege la propiedad privada de los medios de producción, al Capital, pero que no garantiza el cumplimiento de los derechos sociales, que también están inscritos en ella. El derecho a la vivienda, el derecho a la educación, el derecho a la sanidad, el derecho a la pensión…son derechos que deberían aplicarse y no se aplican.
Por último, pero no la última, distribuyendo el trabajo existente, aumentando la productividad y reduciendo los impuestos. La distribución o reducción de la jornada de trabajo es una alternativa que se ha conseguido desde finales del siglo XIX y parece como si hubiéramos llegado al límite porque ni si quiera los sindicatos la reivindican. ¿A qué se dedican los sindicatos?
Uno de los errores de Marx fue que no previó la posibilidad de que los trabajadores llegaran a ser, también, consumidores. Actualmente Marx habría acertado porque al reducir el poder adquisitivo, los trabajadores están volviendo a ser sólo trabajadores no consumidores. Keynes, precedido, curiosamente por H. Ford, le quitó la razón. Demostró que si el trabajador también consumía la economía se restablecería. Luego el trabajador-consumidor podría ser el motor de la economía. Parece evidente. Si aumentan los trabajadores por la reducción de la jornada de trabajo aumenta el consumo, si aumenta el consumo, entonces, sí se reactivarán las pequeñas y medianas empresas, pero nunca antes. Y Rojoy, el Capital y la socialdemocracia y sus sindicatos no quieren ni oir hablar de reducir la jornada de trabajo para aumentar el número de trabajadores. Cómo van a pensar en este motor de la economía si lo que han hecho es todo lo contrario: aumentar el ejército de parados para que se reduzcan los salarios y con el el poder adquisitivo. Rajoy se ha atado la soga al cuello.
Es necesario, también, formar un bloque de países encabezados por Francia, que luche contra el imperio del euro y de la Banca alemana. Y, si es necesario, salir en bloque de esa dictadura. La oposición, mientras tanto, no tiene ni idea de cómo salir de esta. He dicho que estas medidas hay que tomarlas en beneficio de los ciudadanos sin pensar en los intereses del capital porque, si no tenemos claro que no podemos beneficiar a los dos al mismo tiempo, no vamos a ningún sitio. Y para beneficiar al Capital ya están la Merkel y Rajoy y el resto de sus socios. Que por cierto viven en las instituciones de la Unión Europea y del Euro. Pero ¿aún no nos hemos enterado que estas instituciones fueron creadas por el Capital en su beneficio? Así nos va.