A mí sí, pero parece que a poca gente más, bueno, sí, supongo que a todos aquellos que se encuentren en situación de desempleo, o, al menos, a una mayoría de ellos, más los familiares de esta misma mayoría, los amigos y algún que otro conocido de buen corazón, pero en lo que se refiere a los políticos, al menos a los políticos europeos, más bien poco.
No puedo por menos que echarme a llorar al recordar la campaña electoral de Mariano Rajoy, por citar el último político europeo que ha llegado al poder, y no por personalizar, no vayas a pensar mal, en la que repitió de manera machacona aquello de que el empleo sería la primera prioridad y de que todas las políticas implementadas por su Gobierno tendrían un único objetivo que no sería otro más que la creación de empleo.
Sin embargo, ha sido llegar al poder y dejarse subyugar por el cortoplacismo de los mercados especuladores y dejar para más ver todo lo relacionado con la creación de empleo para tomar ciegamente la calle de en medio, esa que nos lleva al desastre económico a cambio de satisfacer a un grupo de especuladores, más o menos honestos, que lo único que quieren, y están en su derecho, es recuperar su dinero.
Y duele más cuando uno observa la actitud de los Estados Unidos, el país liberal por excelencia, desde el punto de vista económico, claro, que se ha tomado las recomendaciones de los mercados como lo que son, puras recomendaciones interesadas, y ha optado por tomar las decisiones que más benefician a sus ciudadanos y no a los inversores extranjeros, con lo que el empleo, poco a poco, se va recuperando.
Parece mentira que uno tenga que poner como ejemplo de política socialdemócrata a los Estados Unidos, pero así está montado el espectáculo y así nos lo tenemos que tragar, mientras que nuestros amigos, nuestros familiares y nuestros conocidos, los de buen corazón, siguen sufriendo las consecuencias de la mala gestión anterior y las pésimas soluciones posteriores, de los políticos de ahora, de antes, y de los que les precedieron.
