Los tratados por los cuales compañías y países extranjeros compran o arriendan tierras agrícolas en el extranjero significa que se apropian de casi medio billón de metros cúbicos de agua dulce cada año –lo suficiente para cultivar alimentos y abatir la desnutrición en los países “saqueados”, según revela un artículo científico.
La mayor parte de la apropiación de tierras ocurre en África y Asia, y la cantidad de agua acaparada per cápita excede a menudo los requerimientos de agua necesarios para satisfacer una dieta balanceada a los habitantes de estas naciones, dice el artículo, publicado la semana pasada (2 de enero) en el Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos.
El artículo describe la apropiación de tierras como una «nueva forma de colonialismo que se ha intensificado en los últimos cuatro años, inicialmente en respuesta al aumento en los precios de los alimentos de 2007 a 2008».
Pero añade que «los intereses de los compradores de tierras extranjeras pueden conciliarse con los de los países en desarrollo si la apropiación de tierras se utiliza como un medio para crear nuevos empleos y atraer inversiones y avances tecnológicos de los que la economía local se pueda beneficiar».
La cantidad de tierra acaparada es a menudo una parte importante de la superficie total de un país. Por ejemplo, cerca del 20 por ciento en Uruguay, alrededor del 17 por ciento en las Filipinas y casi siete por ciento en Sierra Leona, dice el artículo.
Muchos acuerdos se realizan solo después de una consulta limitada a la población local, sin una compensación adecuada para los usuarios previos de las tierras y sin buscar oportunidades para crear puestos de trabajo o mejorar la sostenibilidad del medio ambiente, dice.
Además, los países cuyas tierras son apropiadas pierden el control de los recursos hídricos necesarios para la agricultura, un proceso que está ocurriendo a una “tasa alarmante”, de acuerdo con la investigación.
«El acaparamiento de tierras está asociado a una apropiación virtual de una cantidad sustancial del recurso hídrico, incluyendo tanto el agua suministrada por la lluvia, como por el riego», dice María Cristina Rulli, autora principal del estudio e investigadora en la Escuela Politécnica de Milán, en Italia.
Rulli explica que las tierras son apropiadas principalmente para satisfacer la demanda de alimentos, pero que otros disparadores como la demanda de biocombustibles y la especulación financiera también juegan un papel.
Los países que encabezan la apropiación de agua por volumen son China, Egipto, India, Israel, los Emiratos Árabes Unidos, el Reino Unido y Estados Unidos, y algunos de los países más afectados son la República Democrática del Congo, Indonesia y Filipinas.
«La mayoría de los acuerdos sobre las tierras son sobre las mejores áreas y las más prometedoras, donde hay agua y otra infraestructura disponible, muy cerca de los mercados y rutas de transporte», dice Kenneth Hermele, experto en ecología humana de la Universidad de Lund, en Suecia.
Camilla Toulmin, directora de investigación del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo, dice que «fuerzas poderosas» están impulsando el acaparamiento de tierras, lo cual «solo es probable que se acelerará dado que la demanda de recursos sigue creciendo, y las presiones sobre la tierra, el agua y los sistemas agrícolas responden a las incertidumbres del clima».
Al mismo tiempo advirtió que todavía hay limitaciones en los datos, y que el fenómeno es complejo -por ejemplo, muchas adquisiciones de tierras las realizan las élites locales y muchos acuerdos no se han concretado en inversiones y desarrollos en las tierras.
Enlace al resumen de la investigación (en inglés)
Cecilia Rosen
SicDev.Net