Con los asuntos pendientes bloqueados y bajo un alud político de la lenta y mala gestión, doy un amargo adiós -solo por pura cortesía- al año 2013, que se lleva consigo los muchos quebraderos de cabeza sufridos durante 365 días. Empantanados en esta España de las discordias, las mentiras, la execrable corrupción, y las de otros tantos asuntos tenebrosos, donde el humanismo brilla por su ausencia, el tiempo que cabalga por remotos senderos. Pienso que algún día no lejano se pondrá un punto de luz en la verdad de las cosas.
Colocados dichos asuntos por orden de importancia, sitúo a la cabeza el paro, a este les sigue el espinoso problema de Cataluña, la corrupción (caja B del PP, el asunto Bárcenas, caso GÁ¼rtel; Ere de Andalucía…). Así como el inane apoyo a los temas sociales: un Estado del bienestar arruinado, la nueva Ley del aborto -de la que ya se ha hablado incluso en los más importantes periódicos del mundo-, los desorbitados sueldos de los banqueros corruptos, la caída vertiginosa de las cajas provocada por diversas causas…
Tan dolorosa lista podría alargarse más, pero aquí solo se trata de destacar algunos de los escándalos más llamativos del panorama sociopolítico-económico de este país.
Acabamos de decir adiós a un annus horribilis, que ha castigado con fuerza -piedra de pedernal- a las capas medias y bajas más vulnerables de la sociedad.
Así las cosas, con las conciencias saturadas de tanto mal, se hace necesario que la justicia aplique las leyes con rigurosa objetividad, sin que a ningún magistrado lo acobarden las amenazas que en cualquier momento puedan entrar en los juzgados.
Pero hoy no toca llorar sino tocar palmas de alegría, de esperanza, de confianza en que las cosas se van hacer mejor. Hoy toca ya olvidarse de que el año que ha cerrado sus puertas, dejando sumida a España en la incertidumbre, y sin conocer las incógnitas que puedan despejarse todavía.
He leído que la bolsa ha cerrado con un 21% de subida, tras tres años de continuadas caídas; que ‘el lehendakari’ ve la oportunidad de consolidar una paz histórica nunca antes conocida. Pero también se dice que se estrechará el cerco del poder adquisitivo de los ciudadanos en año que comienza.
Poco podemos, pues, hacer nosotros sino llenarnos de forzado optimismo, ilusión y esperanza; aunque al final acabe siendo una ensoñación ilusoria.
Y cierro ya estos grises cometario con unos versos, tremendos, del catedrático universitario, gran poeta y ensayista argentino Roberto Juarroz:
A veces me parece
que estamos en el centro de la fiesta
Sin embargo
en el centro de la fiesta no hay nadie
En el centro de la fiesta está el vacío
Pero en el centro del vacío hay otra fiesta.