Lo suyo sería comenzar esta carta, aunque solo fuera en aras de la más elemental educación, con algún calificativo al uso, tal como: estimado, respetado o admirado presidente, pero ello significaria faltar a la verdad con lo cual prefiero optar por el lacononismo del «adiós presidente». A los políticos como a los directivos en la empresa privada, se les mide y valora por sus resultados, por sus aciertos y equivocaciones.
No encuentro un solo argumento, motivo o razonamiento merecedores de ser felicitados. Regalar falsos e inmerecidos elogios, muy propios de estas situaciones, me parecen de un cinismo que no comparto ni corresponde a la labor realizada en estas dos últimas legislaturas.
Intencionadamente o no, has sido la causa de la mayoria de nuestros males, consiguiendo que nos sintamos enfrentados por tu peculiar y absurdo sentido de la democracia. Nuestra economia, desempleo, enseñanza y demás elementos necesarios que distinguen a un pais, se encuentran por los suelos, alcanzando cotas de miseria jamás conocidas y sin que existan expectativas reales de mejora. Nuestros sufridos parados, lo único que han escuchado han sido promesas y más promesas incumplidas. ¿Tienen algo que agradecer?. El padre de familia que ha perdido su trabajo, no puede pagar la hipoteca y encima le desahucian. Muchos empresarios buscan empleo en lo que sea para dar de comer a sus hijos sin encontrar nada. El desempleado ofrece su riñon por una ocupación remunerada y así sucesivamente. Y no son miles Zapatero, sino millones…
A los ciudadanos solo nos queda pensar que algún dia no muy lejano, saldremos de esta pesadilla y olvidar cuanto antes todo lo ocurrido en estos desastrosos últimos años. Hoy, con tu decisión de no volver a presentarte como candidato a la generales del 2012, ha sido un primer paso para salir del desdichado pozo en que tu y el «oscuro y sectario grupo que siempre ha gobernado este pais» nos hundisteis, y eso, si es un gesto de dignidad que merece nuestro mayor agradecimiento.