Este libro, en contra de lo esperado, sorprende por su contenido y confieso haber leído unos cuantos bastante peores. Se trata de un relato sin la más mínima pretensión literaria por porte del autor, en cual narra las diferencias y desavenencias entre dos familias, originados por la relación, noviazgo y posterior matrimonio entre una periodista, Letizia Ortiz y el hijo de los reyes de España, Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, todo ello contado con un lenguaje sencillo por David Rocasolano, primo hermano de la protagonista.
Los motivos que indujeron a este familiar a escribir “Adiós, Princesa” admiten todo tipo de propósitos e intenciones: venganza, desahogo, resentimiento, deseos de notoriedad, interés económico, etc. Pero todos ellos, paralelamente, relacionados con las humillaciones a que han sido sometidos sin piedad, los miembros de la familia Ortiz Rocasolano. El texto, sin duda, respira cierto revanchismo en base a las imposiciones soportadas. No obstante conviene dejar claro que hasta el momento, no existen noticias sobre la presentación de una demanda por parte de la Casa Real ni la propia Letizia contra el autor, ni el editor ha recibido ninguna querella en los dos meses transcurridos, lo cual da a entender o podría interpretarse como que la información aparecida en el libro es veraz y contrastada.
Que en pleno siglo XXI se siga practicando la caza de brujas a que ha sido sometida esta publicación para evitar su difusión, resulta totalmente retrógrado e inadecuado. Paradójicamente, el único apoyo publicitario recibido ha consistido en su ocultación y la intencionada ignorancia dedicada por parte de los medios. Toda una vergonzosa censura de la peor especie, a sabiendas de la inexistencia de una resolución judicial impidiendo su publicación. En un Estado de derecho como el nuestro, no cabe impedir la venta de un libro porque moleste o resulte de mal gusto a unos cuantos.
Frente al silencio unánime practicado en España en torno al libelo del primo, como lo ha bautizado Jaime Peñafiel, cada cual con sus tonterías, los medios internacionales, menos recatados y obedientes que los españoles: New York Times, Paris Match, ZDF, The Telegraph, Der Spiegel, etc. si se hicieron eco de la aparición del libro.
Justo es reconocer que en esta ocasión el morbo también ha jugado su baza, dado que de no relatarse con toda proliferación de detalles el presunto aborto voluntario de la princesa consorte y posterior encargo de los príncipes al primo hermano, de la destrucción de todas las pruebas documentales obrantes en la clínica Dator de Madrid, el número de ejemplares vendidos habría sido sensiblemente menor. Dado que la I.V.E. de Letizia Ortiz es un tema íntimo y personal, se impone el respeto y no proceden más comentarios sobre el tema. Solamente reseñar que al margen del tratamiento que quiera otorgarle al aborto una monarquía católica como la nuestra, ha sido quebrantada por uno de sus miembros, el primer derecho humano y base de la democracia que es el derecho a la vida.
No se comprenden los esfuerzos realizados por los medios y Casa Real para evitar la promoción y venta del citado libro, cuando en toda la prensa no se han cortado un pelo a la hora de criticar las aventuras y desventuras de don Juan Carlos, con cacería de elefantes incluida, las comisiones y relaciones con doña Corinna y ya no digamos los repugnantes escándalos del yernísimo Urdangarín, etc. en contraposición al celo dedicado para esconder las opiniones de David Rocasolano sobre su prima, a quien considera carente de escrúpulos, cruel con los suyos y sin recato para abandonar a las personas cuando ya no le sirven, irradia inseguridad permanentemente y su impostura es total. Algo similar a lo que le ocurre con el aspecto físico. Comenzó operándose de la nariz, para continuar con el mentón, ojos, pecho, etc. Sobre la posibilidad de llegar a ser reina, obviamente, nunca sería por méritos propios sino obligada por las circunstancias.
Lo cierto es que salvo escasas excepciones, entre las cuales hay que destacar a la reina Sofía y con menor énfasis al príncipe de Asturias, nadie sale bien parado en “Adiós, Princesa”, desde su prima hermana hasta el mismísimo Rey de España, a quien Antonio Vigo, ex novio de Erika, la hermana pequeña suicidada de Letizia, en su funeral, le espetó: «¡Tú tienes la culpa, hijo de puta!», lo que motivó, incomprensiblemente, que Letizia se arrodillase a los pies del Monarca.
Posiblemente no sea este el momento más adecuado para criticar o ensalzar el comportamiento de la monarquía española, ni tampoco enjuiciar su larga trayectoria por las opiniones vertidas en un libro, labor perfectamente asumida por los medios de comunicación diariamente, y a mas largo plazo por la Historia. A tenor de lo que esta sucediendo en estos últimos años puede colegirse que la casa real no está pasando por su mejor época… Personalmente no estoy en contra de la institución monárquica, si bien sus miembros nunca fueron santos de mi particular devoción, con la excepción de la reina Sofía que merece todos los elogios, pero si tenía alguna duda, tras la lectura del mencionado libro, ha quedado totalmente disipada.
Lo suyo habría sido que bien por parte de la casa real, el príncipe o la mismísima Letizia, se hubiese enviado alguna nota a los medios, desmintiendo y rechazando todo o parte de las afirmaciones contenidas en “Adiós, Princesa”, producto de la atrevida pluma de David Rocasolano, persona a la que por cierto y como aclaración no conozco de nada.