Está meridianamente claro que en cuanto el presidente del Gobierno de España cruce el peligroso Rubicón, será tanto mejor para él como para los suyos, y no digamos para el resto de los ciudadanos.
Atravesado ya el río de los misterios, que inmediatamente dé la cara, con la verdad en los labios, la verdad del caso Bárcenas, y que no se salga de ese guion; pues es lo que ahora toca. El país lo ansía. Será un acto institucional de verdadero cumplimiento. Acto en el que tendrá que poner luz y culpa (si la hubiera) a todas las malas y oscuras gestiones llevadas a cabo en la financiación de su partido. Se ve –también meridianamente claro- que usted está, políticamente, bajo mínimos, como no se recuerda a ningún presidente democrático desde que murió la dictadura. Lo dicen los sondeos, lo dicen los algunos de los principales periódicos mundiales, y lo dicen, a voz en grito, los ciudadanos españoles mientras que se manifiesta en las calles -un día sí y el otro también- exigiendo que nos cuente la verdad de los hechos; pues altos grados de irritabilidad y hartazgo han creado una situación que, de ser todo cierto, con los terribles datos que ya conocemos, no se sostiene el permanente mutismo de algo tan grave y escandaloso –no se habla de otra cosa- como la ‘supuesta’ financiación ilegal de un partido durante 20 años, en cuyos chanchullos parecen haber estado involucrados la mitad de los miembros del partido. Y que nadie supiera nada de nada. Lo que sí parece cierto es que muchos se llenaron los bolsillos, mientras miraban para otro lado sin ni siquiera estampar las firmas de recibís. Y con todo este escándalo, uno se pregunta: ¿pero aquello era la sede de un partido trabajador y honrado, que prometía el oro y el moro, o la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones.
Uno piensa, como un ciudadano más, en lo que los medios de comunicación nos van mostrando cada día, y alucina, no doy crédito a lo que leen mis ojos. Reflexiono sobre estas cosas, absorto, indignado, encogido de vergÁ¼enza. Esperando con impaciencia la verdad, y que todo sea un mal sueño.
Pero salgo del sueño y vuelvo a realidad. Y pienso: qué buenas y sabrosas cuentas sacaron los populares antes y después del ladrillo ¡Cuánta transparencia en las negociaciones con los constructores! ¡Cuánta ética! Se cuenta y no se cree. Lo piensas, y vuelve a la amarga vergÁ¼enza del alma.
Los que deberían ser modelo de ciudadanos honrados, en cuyo espejo tendríamos que… Esos respetables ministros o el propio presidente del Gobierno, honrados (que los hay), de entre los que elegimos en las urnas, pensando que harían un país más grande, rico y transparente, y vemos lo que, sin embargo, vemos…
Con muchos de los elegidos en las urnas creo que nos equivocamos, pues son los que ahora nos están engañando como a inocentes corderitos.
Todos los partidos de la oposición –con el PSOE a la cabeza- no cesan en pedir la presencia de Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados, para que diga la verdad de todo lo que sepa. Será el 1º de septiembre. Si ahora no lo hace, luego sería demasiado tarde, pues en lo que están trabajando los jueces no creo que esté todavía toda la verdad. Habría que darle tiempo al tiempo.
Pero, por favor, Sr. Rajoy, aunque solo sea por una vez, cíñase al guion: ustedes, Bárcenas y todo lo que sepa de sus famosos papeles.
Ojalá luzca la verdad en este ardiente sol veraniego.