En una cena celebrada el pasado día 15 de julio entre el patrón de la Fórmula 1, Bernard Ecclestone, y el ex presidente de la Generalitat, Francesc Camps, acordaron volver a reunirse el pasado día 21 del mismo mes, reunión que no se pudo celebrar por motivos obvios, para anunciar oficialmente la renovación del contrato hasta el año 2020 pagando la Generalitat a Ecclestone un canon de 18 millones de euros anuales, en total casi 170 millones de euros, a los que hay que añadir los que se ocasionan como consecuencia del montaje y preparación del circuito, lo que hace que este evento tenga un costo que podríamos considerar como desorbitado.
Con motivo del acceso de Alberto Fabra a la presidencia de la Generalitat, el nuevo presidente ha fijado como objetivo principal a conseguir el establecer un plan de ajuste que suponga el poder recortar del gasto unos 700 millones de euros. A mí esto me preocupa relativamente, pero no deja de ser preocupante, máxime cuando hasta ahora el novicio no nos ha dado cuenta de que capítulos piensa recortar el gasto y mucho me temo que este ajuste puede recaer en algunos aspectos de tipo social y asistencial o en capítulos dedicados a subvenciones o a fomento del empleo. En cualquier caso el movimiento se demuestra andando y cuando Fabra, Albert, no Carlos, comience a caminar iremos viendo el alcance y las consecuencias, buenas o malas, que pueda reportar este ajuste.
Dicho lo anterior, creo que este es un buen momento para finiquitar, o al menos aplazar temporalmente, la celebración de las pruebas de Fórmula 1 en el circuito urbano de Valencia, el contrato aún no está firmado y puede que no lo esté nunca ya que debemos recordar que el patrón Ecclestone ya dijo en su día que el solo firmaría la renovación si Camps continuaba como presidente de la Generalitat, Camps ya no está y Ecclestone puede hacer bueno lo que dijo a no ser que le tiente más “trincar” esos 170 millones de euros que no son nada despreciables para nadie, y creo que Ecclestone no les hará ningún asco. Ahora bien, en el caso de que las palabras de Ecclestone se las lleve el viento, siempre queda la salida de no firmar la renovación por lo que Albert Fabra, tiene en sus manos la renovación o no del contrato y la posibilidad de que esos 170 millones se puedan destinar para cubrir necesidades más perentorias que una carrera de coches cuyo rendimiento económico, se diga lo que se haya dicho hasta ahora, no es tan rentable para Valencia como se ha pretendido hacer creer. Esto más bien es una fastuosidad, un derroche, que algo que pueda suponer una estabilidad o mejora para la economía de Valencia capital, y los tiempos y las cuentas de la Generalitat no están para este tipo de fastos, creo que esto está más que claro: Cuando hay penuria económica lo primero es lo primero y lo primero es la supervivencia antes que la ostentación de algo que no se tiene y por tanto no te lo puedes permitir.
Este es un buen momento y una buena ocasión para que el flamante presidente de la Generalitat, Albert Fabra, nos de la justa medida de cuáles son sus pretensiones, sus objetivos, a la hora de intentar encarrilar la desnortada y paupérrima economía de la Comunidad Valenciana. Cuando las cosas de la economía van mal se impone establecer prioridades, esto es elemental, el no hacerlo así solo contribuye a empeorar más la situación. Las huidas hacia adelante no suelen ser, en la inmensa mayoría de los casos, las más posibles y sensatas. En ciertas ocasiones hay que mantener la posición, aunque haya que retroceder un poco, y a partir de ahí establecer otras posibles salidas.